Opinión

Cartas de los lectores

Cartas de los lectores

¿Será cierto?
Señor director:
Muchos dominicanos se quejan de la gran presencia de comerciantes haitianos en distintos puntos del Distrito Nacional, la provincia de Santo Domingo, Santiago y otras ciudades.

Se quejan además, de que los haitianos ocupan las aceras, no son organizados, riegan mucha basura y en ocasiones defecan y orinan en las calles como la cosa más natural.

Otra queja es que los comerciantes del vecino país aventajan a los dominicanos debido a que venden en ocasiones a precios muy bajos lo que no le permite a los dominicanos competir en buena lid y obtener ganancias.

Pero un increíble número de nacionales prefieren comprarle a los haitianos porque realizan un comercio sencillo, “acotejan” al cliente y le rebajan el precio del artículo, para que el comprador vuelva.
También trabajan todos los días sin tomar en cuenta si es sábado, domingo o días feriados por lo cual el comprador puede adquirir el artículo sin mucho esfuerzo, y sobre todo, permanecen en sus puestos de venta hasta bien avanzada la noche.

Los comerciantes haitianos cooperan con cualquier persona si necesita canjear dinero por falta de menudo; operan en lugares de mucho tránsito de personas, y algo muy extraño entre los criollos, dan las gracias cuando alguien le compra sus productos.

En vez de rechazar y criticar a los comerciantes haitianos debemos aprender de ellos y tratar siempre de negociar como ellos lo hacen pese a la feroz competencia.
Atentamente,
Ramón Arturo Núñez
Villa Juana a oscuras
Señor director:
El barrio de Villa Juana, uno de los más antiguos del Distrito Nacional se ha convertido en un gran cementerio a partir de las ocho de la noche, debido a la falta de energía eléctrica.

La empresa Distribuidora de Electricidad del Este (Ede-este) suspende el servicio de electricidad a partir de las 7:30 de la noche día por día, sin una causa justificada y sin dar una explicación.

Este sector que antes se caracterizaba por la alegría de sus moradores, la confraternidad entre sus vecinos y el continuo celebrar, ahora es un barrio apagado y oscuro, cuyos dirigentes comunitarios tradicionales pasaron la antorcha a otras personas.

Atentamente,
Rafael Leonardo Suero

El Nacional

La Voz de Todos