Opinión

CATALEJO

CATALEJO

Con su fiel compañero indio Toro, el audaz e ingenioso jinete enmascarado de la llanura inició su lucha por la ley y el orden en el temprano oeste de los Estados Unidos. En ninguna de las páginas de la Historia se puede encontrar a un mayor campeón de la justicia. Vuelven a nosotros ahora esos emocionantes días de ayer. ¡Desde el pasado viene como un trueno el galope del gran caballo Silver! ¡El Llanero Solitario cabalga de nuevo!”, presentación de los episodios del personaje.

El Defensor del Pueblo sería una de las figuras más graciosas y pintorescas, si no fuera porque es una pésima imitación de los personajes de ficción, difundidos por la televisión y las tiras cómicas.

El “héroe” o “heroína” de carne y hueso ha proliferado en Europa. En Suecia y otros países se conoce como Ombudsman; en los francófonos Médiateur de la République y en las regiones catalanófonas Síndic de Greuges.

La creación de ese “espadachín manco” no es más que el reflejo de la crisis sufrida por las instituciones que sostienen la pseudo democracia capitalista, urgidas de esos parches de pacotilla.

Se argumenta que en algunas realidades han hecho un papel relevante, pero no dejan de ser parches fabricados en las entrañas del poder, y es sabido que “auyama no pare calabaza”.

La elección de la “defensora del pueblo”, en la versión criolla, viene a ser más o menos el símil de El Chapulín Colorado, no por la gracia del personaje mejicano, sino por su color político aliado al oficialismo. ¡No contaban con su astucia!

¿Por qué en el caso dominicano no se hizo un plebiscito nacional para escoger al Médiateur de la République? Ah, porque podría ocurrir lo del genio cuando sale de la botella, que luego sería difícil retornarlo al envase.

El Nacional

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