Opinión

Chantaje

Chantaje

Me había propuesto no insistir en el tema de la penalización de la interrupción voluntaria del embarazo, insertada de forma desastrosa por los diputados en el intento por modificar el código penal, actuando en contra de quien se supone líder de la mayoría del congreso, representada por la matrícula del PLD.

Ante la aprobación anterior, en iguales términos que la actual, el presidente observó el proyecto bajo el predicamento de que se despenalizara el aborto en las circunstancias en que la vida de la madre estuviese en inminente peligro; que el feto tuviera malformaciones incompatibles con la vida; o que el embarazo fuera resultado de violación o incesto.

No se trata de imposición, sino de la opción que otorga el derecho

Los tres escenarios debían ser confirmados con meticulosidad a través de procedimientos científicos que, como tales, no dejaran dudas; y si aun así, la madre decidiese tener su hijo, nadie podría obligarla a interrumpir la gestación, es decir, no se trata de imposición, sino de opción que otorga el derecho inalienable de la principal dueña del embarazo, a decidir su propio destino y el de su descendencia.

En la manipulación que se ha pretendido hacer sobre este asunto ha radicado mi motivación para volver a escribir sobre la problemática.

Es inaceptable que se tergiverse la realidad, al punto de colocar a quienes defendemos la tesis de la despenalización del aborto en los citados episodios, como si fuéramos partidarios de la muerte, siendo lo contrario, porque ¿no es vida la que puede perder la mujer ante el hecho de obligarla a culminar un embarazo que pone en riesgo su existencia?
Otra manifestación de las falacias que se esgrimen para postular a favor de algo de imposible defensa, es afirmar que quienes de esta forma pensamos somos pro aborto, e incluso que lo enarbolamos como método anticonceptivo. Nada más falso.

Para quienes abordan esto con la seriedad requerida, recurrir a la interrupción de un embarazo siempre será un fracaso, o la expresión de un hecho lamentable por una u otra razón.

No obstante, forzar por asuntos de religiosidad la preservación del infortunio de que se trate, es un mal de mayor dimensión que afrontarlo a través del aborto.

En adición, no hacen falta más evidencias para saber que la penalización del aborto en todas las vertientes ha producido la muerte de miles de mujeres pobres que deben recurrir a la clandestinidad para hacer lo que debiera ser el resultado del ejercicio de su libertad.

El Nacional

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