Opinión

Colonial y colonizada

Colonial y colonizada

A punto de consumarse el triunfo de Loma Miranda-Pueblo, alerta frente a la proclama u observación de la ley, alegre pero bronco, vuelvo a escribir sobre la potencialmente hermosa Ciudad Colonial donde habito, sometida desde hace un año a un plan de remodelación tutelado por el Ministerio de Turismo y financiado por el BID.

La lentitud del proceso ha sido altamente perjudicial para los/as residentes en esta zona, especialmente para dueños comercios, talleres y empresas. Las quiebras sin compensaciones abruman.

Las complicaciones para el tránsito vehicular, peatonal y aparcamiento se ven agravadas por la mala señalización y la carencia de personal orientador.

Los pilotillos de cemento y los de metal con que reemplazaron los ya derribados, además de feos, son de mala calidad, están mal implantados y mal ubicados. Las tapas de registros no son resistentes al peso de los vehículos de carga, que se encargan de romperlas cotidianamente.

La disposición de los pilotillos que separan el área adoquinada destinada al estrecho paso vehicular, de las amplias aceras de mosaicos de coralina, no impide la entrada de vehículos de cuatro ruedas al paseo peatonal ni tampoco el parqueo de éstos en muchos puntos de las cuadras; ni hablar de la circulación de motocicletas a todas las velocidades, incluidos los temibles “delivery”.

Pero lo peor, anti-estético y peligroso, es el diseño turístico de matriz española, ajeno a la idiosincrasia criolla, pensado para y otras esencias parecidas.

Las aceras y las calles al mismo nivel, sin clara delimitación de áreas y usos, diferenciadas exclusivamente por los materiales con que fueron construidos y por los espaciados pilotillos descritos.

La calle estrechita, sin posibilidad de rebase, y las dos aceras anchotas, vulnerables y tentadoras para la penetración vehicular; indebidamente usadas para el aparcamiento de vehículos y vía franca de motoristas desaprensivos; sin áreas delimitadas para descargar mercancías, lo que lleva a los camiones comerciales a obstruir el paso de otros automóviles.

En fin, un diseño propio para calle peatonal, destinado al paso de vehículos motorizados de todos los calibres y también de personas; concebido para combinar dos funciones que se tornan contradictorias en esos espacios, con difusas y peligrosas delimitaciones. Resalta el exceso de cemento, falta de árboles y áreas verdes, lo que agrede la vista y la piel; mientras la hilera de pilotillos ofende la belleza original de la zona, al tiempo que perduran, sin plazos para su reemplazo, las descompuestas hileras de viejos postes del tendido eléctrico y las horribles maraña de alambres, incluso en áreas con las tuberías ya soterradas. ¡Urge unirnos para cambiar el curso fatal de esa remodelación recolonizada!

El Nacional

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