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Como cada  Domingo   

Como cada  Domingo   

Hay dos teatristas precursores, constructores de sus sueños a costa de inenarrables sacrificios para que la gente tenga una opción de teatro dominicano valida y valedera, esos dos son Viena González y Claudio Rivera, creadores en 1991 de Teatro Guloya.

Es una injusticia el haber incluido este teatro, ubicado ahora  en la calle Arzobispo Portes 205 de la Zona Colonial, en un listado de discotecas escandalosas. Es injusto e inadmisible.

Los conocí recién llegados de sus estudios en Cuba con unos montajes caracterizados por el fuerte concepto de sus piezas y el dominio de un movimiento escénico marcado y parsimonioso, con un absoluto dominio de lo gestual y lo psicológico de sus tramas.

Les seguí cuando abrieron sus puertas en Gascue, asumiendo una responsabilidad de gastos fijos y el mantenimiento de una cartelera que abrió una sala independiente y una galería de exposiciones para artes plásticas, además de una escuela para enseñar teatro a niños y jóvenes.

Ahora en su nuevo local, a alguien se le ha ocurrido incluir a Teatro Guloya en la lista de “discotecas ruidosas”, lo que representa una barbaridad que no puede ser admitida por las autoridades municipales y judiciales.

Yo  soy Guloya y  me sumo a quienes han salido en defensa de esta institución artística y que, más que mezquindades, merece que se redoble el apoyo oficial y privado en favor de una de las más vivas formas del arte: el teatro.

El Nacional

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