Semana

Como cada  Domingo 

Como cada  Domingo 

El mundo es maravilloso. Con crisis o sin ella. Las personas buenas se ocupan de hacerlo mucho mejor de lo que es.

Con tan solo una sonrisa al pasar, hay gente que te colorea la jornada, tal cual me ocurrió hace unos días con una joven fotógrafa, embarazada ella, cámara en ristre, iluminado el rostro.

Trabaja para el Ministerio de Cultura y proporciona con su actitud un premio a quien la percibe.

Pensando en lo buena persona que resultan las gentes así, pienso hoy en las personas no tan buenas. Pienso  en las malas personas.

Hay gente mala.

Mala porque si.

Gente que se piensa que un puesto secundario en la administración privada o pública, les coloca en una postura de mando, con Dios como Auxiliar, con criterios dictatoriales, con la norma inflexible aun cuando sea irracional o  contraproducente con la gente que les desea servir.

Hay gente mala, muy mala que incluso te persigue a tus espaldas y que inquiere “¿Qué quiere fulano? Y que ordena  “A lo que sea dile que no se puede, que resuelva en otra parte”, aun cuando no se le ha solicitado nada ni sea necesario pedirles nada.

Esa es gente mala.

Malísima.

Gente que no merece ser considerada parte del género humano.

Con esa gente se corta de frente. Sin chismes. Sin confrontaciones indirectas. A esas personas malas  les dice lo malas personas que son.  Tal y como me tocó hacerlo hace unos meses con una de esas degradaciones humanas, con forma de persona.

En la medida en que respeto mis amigos reales, me permito desechar relaciones tóxicas, innecesariamente agresivas, inopinadamente burdas y burocráticas en el trato de quien no ha hecho más que tratar de apoyarles.

El Nacional

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