Opinión

Comunidad y parroquia

Comunidad y parroquia

El “servicio evangelizador”, lo mismo que “la comunión y participación” eclesiales, tienen que realizarse “en diversos niveles y bajo diversas formas históricas” (Puebla, n.618). Ese es uno de los signos de la verdadera “vida” del auténtico Pueblo de Dios. Este deja de ser lo que pretende ser desde el momento que se circunscriba geográfica, urbanística o rural, a una sola organización o métodos pastoral y apostólico.

Esa es, como no podía ser menos, la tesis que asienta Puebla al comenzar a abordar el tema de las comunidades eclesiales de base conjuntamente con la parroquia.

I.- No es fortuito ni intranscendente que Puebla haya interrelacionado tanto el tema de la Comunidad eclesial de base y el de la Parroquia. Para nadie es un secreto que, sobre las Comunidades eclesiales de base, sigue trabajando el juicio serio y cuestionador de la Evangelii Nuntiandi (n.58). Puebla viene cuatro años después de la publicación de la exhortación Pontificia “la Evangelización de mundo contemporáneo”. Nadie puede pretender que Puebla viniera a suplantar o corregir a la “Evangelii Nuntiandi”, sino que trataría de ejecutarla y aplicarla.

Y la “Evangelii Nuntiandi” antes que ninguna otra cosa, pide para las antiguas comunidades de base que se hagan “eclesiales” auténticamente. El nombre de “Comunidades Eclesiales de Base”, la EN lo adjudica únicamente a las Comunidades “que se formen en Iglesias para unirse a la Iglesia y para hacer crecer a la Iglesia”. Y esas Comunidades serán entonces un “lugar de Evangelización, en beneficios de las comunidades más vastas, especialmente de las “Iglesias particulares, y serán una esperanza para la Iglesia universal”. “Pero primero necesitan evangelizarse”.

*) Buscando su alimento en la Palabra de Dios, no dejándose aprisionar por la polarización política, ni las ideologías de moda.

*) Evitando la tentación siempre amenazadora de la contestación sistemática y del espíritu hipercrítico.

*)  Permaneciendo firmemente unidas a la Iglesia local y a la Iglesia universal, evitando el peligro de aislarse en si mismas, de creerse únicas de Cristo, de anatematizar a las otras comunidades eclesiales.

*) Guardando una sincera comunión con los Pastores…

*) No creyéndose jamás el único destinatario o el único agente de Evangelización, esto es, el único depositario del Evangelio. Tienen que estar conscientes de que la Iglesia es mucho más vasta y diversificada. Tienen que aceptar que la Iglesia se encarna en formas que no son las de las CEB.

*) Mostrándose universalistas y no sectarias.

“Con estas condiciones, ciertamente exigentes pero también exaltantes, las CEB corresponderán a su vocación más fundamental: escuchando el evangelio que les es anunciado y siendo destinatarias privilegiadas de la evangelización, ellas mismas se convertirán rápidamente en anunciadoras de Evangelio” (en.n. 58).

El Nacional

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