Opinión

Congiendolo suave

Congiendolo suave

Anunciadas ausencias machistas
Es la primera noche que están pasando en su casa los jóvenes esposos después de regresar de su luna de miel.
-Una de las características tuyas que más me agrada es la facilidad que tienes para hacer amigos, los cuales se cuentan por montones- dice ella mientras le imparte en las mejillas a su marido un beso de connotación chupóptera.
-Se debe- responde él- a que soy un tipo afable, sin complicaciones sicológicas, a quien le gusta la gente. Todavía no he conocido a nadie de quien pueda decir que me cae mal.

-No hay que exagerar, querido, porque así como es sabido que nadie le cae bien a todo el mundo, no existe persona a quien alguien no le sea simpático, incluso sin que le haya hecho nada malo.

-A ti seguramente es poca la gente que no te hace sangre, como dice el pueblo, porque veo que le haces fiesta a la mayoría de aquellos con los que mantienes algún tipo de relación- aseguró el esposo, con la sonrisa en el rostro propia de los recién casados.
-Uf, a mí me cae gordo un paquetón de personas, especialmente los fantoches de ambos sexos, que andan por ahí como si creyeran que no se van a morir nunca- reaccionó ella, con cara contrariada.

-Y que a los tres días van a portar el gusanerío, y el mal olor se va a sentir a muchísimos metros de distancia- agregó su cónyuge, tapándose la nariz en cómico gesto.

-Como afirma el humorista Boruga, nadie ha salido vivo de este mundo- fue la respuesta de ella, que acompañó con una amplia sonrisa.
-Y hablando de todo, como los locos, debo informarte acerca de mis compromisos sociales nocturnos, para que te vayas preparando mentalmente, y comenzaré por los lunes, día que dedico a la tenida de mi logia odfélica- manifestó el esposo, de forma repentina.

Y añadió: los martes, participo en una tertulia con los amigos de infancia de mi barrio en las afueras de un colmado, sentados en sillas y una mesa redonda de madera liviana; los miércoles juego softbol con un equipo del cual soy pitcher, modestia aparte, con recta rápida y un buen repertorio de curvas.
-Supongo que el resto de las noches de la semana me pertenecen- manifestó la medianamente sorprendida mujer.

-No, queridísima, porque los jueves visito a mis padres, y los viernes asisto a la sesión de mi club rotario; ahora bien, los sábados y domingos son solo tuyos- respondió el marido, dándole con la boca cerrada un beso de los llamados “de piquito”.

Pues oye una cosa, muchachón- habló ella, llevando su mano derecha convertida en puño hacia sus caderas- te informo que en esta casa se hará el amor todas las noches, si estás tú, y también si no estás.

El Nacional

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