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Contacto después de la muerte

Contacto después de la muerte

¿Qué hay más allá de la muerte? ¿Hay vida después de esta vida? ¿Queda el hombre reducido al polvo? ¿Hay un futuro a pesar de que nuestro cuerpo esté inerte y en descomposición?

Históricamente las tradiciones religiosas han formalizado y sistematizado las ideas sobre el más allá en formas ampliamente divergentes.

 La mayoría de las concepciones sobre el más allá continúan siguiendo descripciones tradicionales

El contacto con los muertos generalmente se ha buscado en el contexto de prácticas rituales para propiciarlo. Quizá las únicas excepciones a esa regla pertenecen a nuestro tiempo.

Es probable que los primeros intentos de contacto se hayan llevado a cabo dentro del chamanismo, descrito por el antropólogo Mircea Eliade como una técnica del éxtasis.

El chamanismo era una forma de religión primitiva que buscaba la comunicación con el mundo espiritual a través de una persona, chamán, que actuaba como intermediario entre los espíritus y los humanos.

Sin embargo, la mayoría de los antropólogos afirman que ese tipo de práctica inició en la antigua Grecia. Las ceremonias que con esta finalidad realizaban los griegos muestran hasta qué punto el contacto se entretejía con una experiencia religiosa más amplia y profunda.

La iglesia católica consideró la invocación de los muertos equivalentes a la de los demonios en el contexto más amplio de la magia negra.

La prohibición de llevarla a cabo, vigente hasta nuestros días, era parte del combate al paganismo que ponía en riesgo la hegemonía de una institución que buscaba incrementar su poder.

La nigromancia es la práctica que se encarga del control de los muertos y de la adivinación a través de la consulta e invocación a los seres del inframundo con el único fin de obtener mayor conocimiento y conocer el futuro; dado que el nigromante acude a entes conocidos como espíritus operativos o espíritus de adivinación para conocer el futuro, está práctica se relaciona más con los shamanes que con  brujos.

El nigromante es entonces un tipo de hechicero especializado en esta práctica, que tiene la capacidad no sólo de ver el mundo de los muertos, también puede reanimarlos  y ser su amo; para ello suelen profanar tumbas o invocar a los muertos a través de pociones que contienen la sangre de los muertos mezclada con hierbas.

La Biblia

Este libro sagrado dice que Dios ha puesto la eternidad en el corazón del hombre, y es natural que nos preguntemos a dónde iremos al morir.

Las personas que han aceptado las explicaciones materialistas del origen del universo y la vida humana aún siguen buscando alguna forma de tener un impacto que dure más allá de la muerte.

Es una cualidad universal del ser humano. Sin embargo, para los ateos más allá de la muerte sólo existe la nada y el vacío.

A partir del año 1320 una bula papal condenó la práctica de la magia, al considerarla sinónimo de brujería.

Reencarnación

Otro concepto relacionado con la otra vida que aparece entre hinduistas y budistas es la reencarnación, ya sea como personas o como animales.

Una consecuencia de las creencias hindúes y budistas es que nuestras vidas actuales son también la otra vida, y tanto unos como otros interpretan los sucesos de éstas como consecuencias de las acciones hechas en vidas anteriores (karma).

Aunque hay algunas investigaciones científicas que parecen sugerir que los humanos podrían reencarnarse como humanos (véanse, por ejemplo, los escritos del doctor Ian Stevenson y de Carol Bowman), hay muy poca o ninguna evidencia que sugiera que los humanos se reencarnan como animales, o viceversa.

Algunos neopaganos creen en la reencarnación personal, mientras que otros creen que la energía del alma se reintegra con un continuum de energía tal que es reciclada en otros seres vivientes a medida que nacen.

Muchos cristianos creen en la reencarnación, aunque vaya contra la doctrina moderna de la Iglesia, que establece que hay una sola vida por la que se merecerá recompensa o castigo.

Sin embargo, algunos consideran la reencarnación como una doctrina olvidada del cristianismo.

El Nacional

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