Oquendo Medina
(Y-2)
Se afirma en “Ética Pública y Buen Gobierno”, de Manuel Villoria y Agustín Izquierdo, que “La preocupación por la ética en el sector público y el desarrollo de mecanismos de lucha contra la corrupción ocupan hoy en día un lugar prioritario en las agendas de numerosos gobiernos nacionales y organismos internacionales.”
Por tal razón, a nosotros nos corresponde el deber de continuar fomentando, a todo lo largo y ancho de nuestro país, la importancia de la ética y la transparencia en la administración pública. Sólo así lograremos unos resultados tangibles en el combate contra la corrupción.
Y, en honor a la verdad, resulta preocupante que una gran parte de la población sostenga el criterio (cierto o falso, momentáneo o permanente) de que la corrupción administrativa crece cada día más en nuestro país. Ello así, no obstante a que una considerable mayoría de funcionarios públicos han ejercido sus funciones apegados a las leyes y los reglamentos que conducen hacia una buena ética y transparencia.
Cuando la gente piensa que la corrupción en el gobierno en lugar de disminuir se acrecienta, y que todos los funcionarios y políticos son iguales de corruptos, significa que tenemos ante nuestros ojos un problema grave que no raya en la sencillez sino en la complejidad.Y quien no se preocupe ante estas aseveraciones o es sinvergüenza o simplemente no le importa el peligroso cause que va tomando la sociedad donde vive.
Necesitamos una administración pública en donde la percepción de la ciudadanía sobre el supuesto crecimiento de la corrupción esté por debajo de los parámetros de la ética y la transparencia.
