Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Contrario a lo ratificado en el periódico “El Caribe” en el sentido de que Franklin Franco era el primer intelectual dominicano galardonado con un premio internacional, el autor de esta columna corrige lo antes señalado, que no es más que una inventiva, reiterando ahora lo que dijimos hace veintiocho años cuando asistimos, por disposición expresa de Juan Bosch, como su representante personal al homenaje que le fue rendido por los organizadores de la XIII Feria Nacional del Libro, la cual fue dedicada a su persona e inaugurada el 12 de junio de 1985, comparecencia en la cual dictamos una breve conferencia con el título de “Trascendencia de la Obra Literaria de Juan Bosch”. En uno de los párrafos de esa conferencia señalábamos lo siguiente:

“Por eso podemos decir a grandes rasgos que luego de La Mañosa, novela rural que determinó un cambio de orientación en la novelística nacional, Bosch pasó a ser el orientador de la cuentística antillana reconocido por la adjudicación de los premios que le fueron otorgados en el transcurso de los años posteriores a su salida del país. En 1941 gana, viviendo en el exilio, el premio literario con su cuento “El Socio” en los Juegos Florales Hispanoamericanos celebrados en Santo Domingo, durante la vigencia de la dictadura de Rafael Trujillo, del cual era un reconocido opositor. Dos años después en 1943 ganó en La Habana, el premio Hernández Catá, el más distinguido certamen internacional para cuentistas y narradores de la lengua española, y en 1944 se le adjudica el premio Hatuey concedido por la Asociación Colombista Panamericana”.

Ese premio concedido en 1941, siendo fundador del PRD y militante antitrujillista, le fue otorgado en el certamen antes mencionado que culminó en el teatro Colón de Santiago, encabezado por un jurado de tres miembros presidido por Ramón Emilio Jiménez, en ese entonces Ministro de Educación. Cuando el sobre con el nombre del ganador del certamen fue abierto y apareció el nombre de Juan Bosch, el maestro de ceremonia se alejó del micrófono y parado al lado del jurado le mostró el nombre que aparecía como ganador del concurso. Ramón Emilio Jiménez, que en realidad era el secretario personal de Rafael Trujillo Molina, ante cientos de espectadores que colmaban el salón, dijo con responsabilidad, que escuchó todo el público, “Diga el nombre del ganador…” y así lo hizo el maestro de ceremonia, aunque el público no aplaudió.

A este Ramón Emilio Jiménez, maestro, poeta, literato, figura admirable que honra nuestro país, le fue otorgado poco después, no recordamos la fecha, una Mención de Honor en un certamen internacional celebrado en España dedicado a las madres, en el cual participaron poetas hispanoamericanos; el verso de Ramón Emilio se titula “Mis Dos Madres Muertas”.

El Nacional

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