Opinión

Crónica del Presente

Crónica del Presente

Serios desafíos

El 2008 será un año de  amarga recordación, y esa sensación de derrota, abatimiento e impotencia ha comenzado a sufrirla la nación más poderosa del mundo: Los Estados Unidos de América y las que detrás de ella, particularmente Europa y Asia, navegaron en la cresta de la ola gigantesca que generó e impulsó el Neoliberalismo, rompiendo todas las fronteras económicas y morales de la prudencia y respeto a la capacidad de producción y de riqueza de los pueblos más débiles del mundo. Particularmente los pueblos hispanoamericanos que desde, hace diez años, meses más meses menos, fueron enganchados en esa carroza fúnebre gigantesca, arrastrada por un tronco de caballos que como la caballería de Atila, la que por donde pasaba no crecía la hierba, terminó concentrando en una minoría de los habitantes del mundo, no más de 20 millones de personas físicas y morales, toda la riqueza que en los últimos 60 años había generado el trabajo de las mujeres y hombres que poblamos el planeta llamado Tierra.

La crisis que ha descalabrado el sistema financiero de los Estados Unidos se veía venir desde hace tiempo y los pocos que tuvimos el valor o el atrevimiento de advertirlo nunca fuimos escuchados. El autor de esta columna, consciente de sus limitaciones intelectuales y de conocimientos, pero con la suficiente experiencia por edad de haber vivido mucho, en 1996, cuando el Partido en que militamos ganó las elecciones, apoyados por el doctor Joaquín Balaguer que llevó a la presidencia de la República al compañero Leonel Fernández, quien nos distinguió designándonos Director General de la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE), se opuso a que las empresas que representaban el capital privado del Estado pasaran a manos particulares bajo la presión de la Embajada de  los Estados Unidos de América.

Como Miembro del Comité Político del PLD y como Secretario de Estado Sin Cartera, Encargado de la Administración de CORDE, solicitamos permiso al Presidente  y asistimos a las Vistas Públicas en el Congreso Nacional, donde el PRD tenía mayoría, a oponernos a la mal llamada Ley de Capitalización, que era una burda copia de una ley similar que había sido impuesta en Bolivia. Allí, ante la mayoría de senadores perredeistas, advertimos que las empresas de CORDE que habían sido instaladas y fomentadas por Rafael Trujillo Molina, sus familiares y protegidos, no eran empresas públicas, como no lo era tampoco el Consejo Estatal del Azúcar y que la Corporación Dominicana de Electricidad era un patrimonio del Estado, que había adquirido el gobierno dominicano en los primeros años de la década de los 50. Ni los perredeístas ni mis compañeros de Partido quisieron entender que era un grave error, costoso para el futuro de la República, privatizar el patrimonio físico del Estado que era producto del sacrificio y el trabajo de nuestro pueblo.

El autor no quiere señalar en orden particular la responsabilidad de quienes empujaron a nuestro gobierno a transitar por ese precipicio que no tiene fin y que hoy nos ubica frente a un porvenir incierto. La crisis anunciada, pero ignorada, en que está sumido el sistema capitalista coloca a los dominicanos frente a serios desafíos en el porvenir inmediato y es responsabilidad de nuestro gobierno, que es el gobierno del PLD, enfrentar esos desafíos y las graves consecuencias que los mismos acarrean, con el valor, la firmeza cívica y la vocación de servicio  que predicó y nos enseñó Juan Bosch, el gran Maestro inolvidable, que murió y sigue siendo el Presidente Moral de la República.

Leonel Fernández tiene las virtudes, cualidades y experiencia para dirigir el destino  de este país, para que las consecuencias que se avecinan sean menos dolorosas y lesivas. Todos los miembros del PLD estamos en la obligación de cerrar filas en nuestro Partido y apoyar este gobierno que es de todos y frente al cual tenemos las responsabilidades compartidas en las funciones con que nos ha distinguido el ciudadano Presidente. No hablemos tanto; no teoricemos cada día en el Congreso, en el gobierno, en los medios de comunicación,  complaciendo a los adversarios que tienen bajo su control la mayoría de los espacios dedicados a esos menesteres.

Activemos con  honestidad y firmeza el aparato productivo de la nación, hábitat humano tocado, hablando en leguaje popular, “por la mano de Dios”, que la infraestructura material nos permite, todavía, producir en el orden  agropecuario lo que necesitamos para vivir, convencidos de que podemos producir más de lo que necesitamos y exportar para Haití, Puerto Rico, las islas del Caribe y  Estados Unidos. Este ha sido tradicionalmente un pueblo valiente con  inimitable poder de decisión que han admirado y reconocido figuras inolvidables en la historia de América y entre ellas, la que más quiso a los dominicanos,  Eugenio María de Hostos.

El Nacional

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