Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

¡Adiós, Juan Frías!

 

El pasado miércoles 31 del mes de agosto del corriente año, en horas de la madrugada, murió Juan Francisco Frías Minaya, hijo de Benjamín Frías y María Minaya; pero mejor conocido en los círculos deportivos y comerciales de la ciudad capital con el nombre de Juan Frías. Juan no era hermano genético del autor de esta columna, pero por espacio de más de 60 años, sostuvimos una amistad fraternal, respetuosa, profundamente cariñosa y solidaria.

Nos conocimos en los meses finales del año de 1955, cuando se inauguró la recordada “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, gigantesco evento internacional que auspició el régimen dictatorial de Rafael Trujillo Molina, que tenía el apoyo y la bendicion del papa Pio XI, que así se lo había recomendado al implacable gobernante de nuestro pueblo, cuando le había visitado en Roma para firmar el Concordato de su gobierno con la mayor autoridad de la Iglesia Católica Romana.

Juan Frías pertenecía al grupo de jóvenes que habíamos cumplido con el servicio militar obligatorio y que habíamos sido reclutados para desfilar con las Fuerzas Armadas de la nación el 20 de diciembre en la inauguración del evento publicitario. En las prácticas marciales realizadas en la avenida George Washington, nos conocimos Juan y el autor de esta colunma; esa amistad continuó cuando comenzamos a asistir junto a otros compañeros a divertirnos y bailar en dos sitios famosos de la Feria, “El Najayo” y el “Típico B”.

En el primero animaba el combo de Ramón Gallardo y cantaba Rafelito Martínez. Después esas actividades de diversión y parranda se extendieron a lugares muy conocidos de cuestionable reputación: El Taíno, El Idilio o Café de los Espejos, La Sierra, el Bar de Pucha Vitini, El Carioca y el Recreo de Turismo. Juan era en realidad un príncipe, espléndido y solidario.

Su padre, Benjamín Frías, tenía el monopolio de la venta de carnes en la ciudad capital, porque era socio de Pedro Trujillo Molina, militar, hermano de Jefe del país.

Ese bienestar de Juan, que estudiaba en la escuela de Perito Contadores, en la cual se graduó de licenciado en contabilidad, le permitió también comprar el carro Packard convertible en el cual desfiló Angelita Trujillo, reina de la Feria de la Paz, cuando esta fue inaugurada.

La verdad que el carro del que hemos hablado, lleno de mujeres hermosas como son las dominicanas, era un espectáculo envidiable. Los años pasaron, él terminó su carrera y el autor de esta columna también en 1960 y en un periodo de poco tiempo, contrajimos matrimonio con dos hermanas, él con Zuleika Díaz Juliao, “Keka”, y quien escribe con Adria Díaz Juliao, “Caperuza”.

Esa amistad nuestra con Juan nació hace más de 60 años sin haber tenido nunca momentos desagradables en nuestra relación. Después realizó estudios universitarios y recibió el título de licenciado en derecho; compartimos nuestra oficina profesional y luego desempeñó las funciones de ayudante especial en CORDE y luego la de director de compra y de dirección de personal de la Superintendencia de Seguros.

Fuimos compadres, porque bauticé a Jennifer, una de sus hijas más pequeñas, aunque en la realidad soy tío de todos sus hijos. Solidario, en nuestra vida, en los momentos más difíciles, aun en aquellos que se iniciaron el 24 de abril de 1965. Descansa en paz Juan: amigo, más que amigo hermano. ¡Tu recuerdo será eterno y permanente en nuestra memoria y en los tuyos también!

El Nacional

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