Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

¡La mano de Dios!

 

Desde los primeros años de nuestra niñez, tal vez en El Seibo, para 1943 escuchamos por primera vez que alguien hablando con nuestra madre le decía: “Doña Clemencia, la verdad es que nuestro país esta siempre tocado por la mano de Dios” y el transcurrir de los años cuando mi padre como oficial del Ejército fue trasladado a otros lugares, como la capital de la república, luego a Loma de Cabrera y desde allí donde fue retirado del Ejército con el rango de Capitán, castigado por Trujillo, que era presidente de la república y Comandante en Jefe del Ejército Nacional.

Fuimos a vivir a San Francisco de Macorís, de nuevo a la capital de la república e inmediatamente después, en los primeros meses de 1946 a Montecristi, enviado por órdenes de Héctor B. Trujillo Molina con una carta firmada por el Jefe del Estado Mayor del Ejercito, Fernando Sánchez, dirigida a Dave Cloward gerente general de la Grenada Company, Co., con la solicitud de que diera empleo a nuestro padre.

“La Mano de Dios” era para nosotros una invocación hermosa, muy hermosa, porque según quienes, la pronunciaban era la que bendecía y guiaba por un camino correcto al pueblo dominicano. Setenta años después estamos convencidos de que todavía “La Mano de Dios” sigue guiando y protegiendo a la nación dominicana, y que la ha acompañado siempre en el heroico, legendario y largo camino de sacrificios, que le ha tocado vivir, como pueblo valiente y actor solitario de su historia.

Ahora en estos días recientes la amenaza de ese ciclón devastador llamado Matthew, se alejó de nuestras costas y del espacio físico- geográfico, de la parte de la isla de Santo Domingo en la cual tiene su base hace mas de 500 años el pueblo que concebido como república por Juan Pablo Duarte y proclamado como estado independiente por los trinitarios republicanos encabezados por Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, cuyas manos juveniles enhestaron la bandera tricolor, el 27 de febrero de 1844 bajo el hermoso y perecedero lema “Dios, Patria y Libertad”.

Después del ciclón de San Zenón que desvastó la ciudad de Santo Domingo el 3 de septiembre de 1930 dos fenómenos de la naturaleza como David y George, amenazaron seriamente la parte sur de nuestra isla, aunque dejaron tras de sí daños muy serios, particularmente en la agricultura de nuestra tierra.

Ahora “La Mano de Dios” impidió que ese fenómeno devastador no causara daños extraordinarios en el territorio dominicano. Podríamos decir que la lluvia que ha arropado todo el territorio dominicano, termina siendo beneficiosa para el florecimiento y desarrollo de nuestra agricultura y el fortalecimiento de las fuentes fluviales y ríos, arroyos y manantiales que abonan y enriquecen a esta tierra generosa, que produce en todos los aspectos el 90% o más de lo que su población consume.

A penas cinco o seis víctimas causó Matthew, implacable, desgraciadamente con el vecino conglomerado humano llamado todavía República de Haití con el que compartimos la Isla de Santo Domingo.

Cientos de muertos se cuentan en territorio haitiano y como allí no hay organización, ni datos estadísticos, ni métodos de trabajo que puedan guiar a quienes son solidarios en su desgracia todos los países de América están en la obligación de ayudar a mitigar el dolor, la desgracia, y las necesidades de más de ocho millones de personas que habitan en absoluta y aterradora pobreza al lado de la nación dominicana. ¡Que La Mano de Dios nos proteja, nos guie y nos acompañe siempre!

El Nacional

La Voz de Todos