Opinión

Crónica del Presente

Crónica del Presente

Por la verdad histórica
El autor de esta columna lamenta  que en la  anterior no saliera la numeración que la identifica como la primera de varias  que “Por la verdad histórica”, como dice su título, tienen como objetivo, apegados a la verdad documental, responder a los señalamientos y juicios temerarios, apasionadamente acomodados, recogidos en la columna “Cápsulas” del viernes 30 de enero, escrita por el distinguido y afamado periodista Don Álvaro Arvelo hijo, en las páginas de este mismo vespertino. Tomando el hilo de la columna anterior y reseñando los  “Apuntes biográficos sobre José Trujillo Monagas”, que sirven de introducción al libro escrito por él en 1882, titulado “Los Criminales de Cuba”, de reciente reedición, apuntes escritos por el reconocido ensayista historiador español Manuel Hernández González, copiamos lo siguiente:

“José Juan de Dios Trujillo Monagas nació en las Palmas de Gran Canaria, el 8 de marzo de 1841. Fue bautizado en la parroquia de San Agustín del barrio de Vegueta el 12 de marzo. Era hijo legítimo de Pedro Trujillo y María Monagas. Sus abuelos paternos eran Ramón Trujillo y Micaela Melián y los maternos Francisco Monagas y María Peña. Su madrina era Inés Monagas”. Y más adelante señala: “Sobre sus primeros años de vida en la capital Gran Canaria, en su expediente militar consta que fue practicante del hospital de esa ciudad desde el 5 de julio de 1857 hasta el 5 de julio de 1859, fecha en que fue desplazado al hospital militar de Trinidad en Cuba, por orden del Capitán General de la isla, en calidad de practicante de primera clase…”. Y luego continua señalando: “…vino a Cuba muy joven, después de haber cursado el bachillerato en su país con notable aprovechamiento”.

Al hablar de su residencia en Santo Domingo durante el periodo de La Anexión a España dice: “Con la ocupación española de Santo Domingo fue enviado a esa isla, incorporándose como practicante de primera clase con un salario de 480 pesos el 3 de septiembre de 1861. Entre esa fecha y el 3 de octubre de ese año ejerció con tal nivel, ascendiendo al de practicante aparatista, con una nomina de 600 pesos durante la etapa de La Anexión. Por una Real Orden de 1865 fue premiado con la consideración de subayudante graduado…”.  Y más luego dice: “Permaneció encargado de la asistencia médica por espacio de un año en el hospital de Las Matas de Farfán, pero después se incorporó a los de Guayubín y de Sabaneta hasta agosto de 1863, cuando estalló la revolución…”. Hablando en relación al pasado continúa diciendo el autor de los Apuntes biográficos que José Trujillo Monagas “A partir de ese momento formó parte de la columna del General José Hungría para curar los heridos y como su secretario”.

En otro párrafo, y hablando de la permanencia de Trujillo Monagas en nuestro país “El gobernador militar Velasco recoge al respecto que durante un penoso cautiverio obedeció siempre mis órdenes, eminentemente peligrosas…”. Y continúa que “Trujillo Monagas había sido sentenciado a muerte, pero finalmente canjeado como prisionero de guerra después del abandono de la isla. Por esa actuación y los servicios especiales prestados fue condecorado con la Medalla de Sufrimiento por la Patria”. El historiador Hernández González dedica varios párrafos a explicar los amores de Trujillo Monagas con “la banileja Silveria Valdez, de cuyo amor nació José, el padre del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina”.

Hablando del padre de Trujillo, José Trujillo Valdez alias “Pepito”, Hernández dice: “Fue condenado por robo de ganado y por asesinato”. Y señala que: “Trujillo Monagas una vez retornado de Santo Domingo, alegando su mal estado de salud, se retiró del servicio militar el 1 de enero de 1866. El 28 de diciembre de ese año, con un salario de 1,200 pesos, se incorporó al cuerpo de policía de La Habana, en calidad de celador del barrio de San Francisco, cargo que sirvió entre esa fecha y el 31 de marzo de 1869. Su biografía de esos años reseña que no estando todavía curado de los males contraídos en Santo Domingo se hizo cargo de ese oficio. En él mostró esa fuerza de voluntad desde los primeros instantes. En ella reunía energía, astucia, valor. Logró, en medio de sus achaques, contener a los delincuentes que infestaban el barrio, siendo muy alto el numero de los retenidos hasta que, acrecentadas sus dolencias y su estado de salud, tuvo que dejar el puesto de celador”.

“El 6 de agosto de 1873 fue nombrado sub inspector del tercer distrito, con un sueldo de 1,400 pesos, a propuesta del jefe de policía Ricardo Sánchez, que deseaba tener un personal de ‘probidad y honradez’. En esa época destacó por el descubrimiento de la falsificación de los billetes del Banco Español, deteniendo a sus autores y ocupando sus máquinas”. Terminan las citas. Hasta ahora, contrario a los calificativos y a las afirmaciones temerarias de  Arvelo, los biógrafos españoles de  Trujillo Monagas,  citando documentos, se deshacen en halagos y reconocimientos, por su conducta honesta y su valentía como militar y practicante enfermero de alta calidad del ejército español. Seguiremos.

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