Opinión

Cronopiando

Cronopiando

Había una vez un pájaro que quería ser pez. Desde las ramas de los árboles observaba a los peces en el río y ambicionaba el día en el que también él pudiera zambullirse en el agua y nadar como ellos. Tan fuerte era su deseo que, obsesionado con su sueño, ni siquiera atendía las advertencias de los restantes pájaros.

-¡No pierdas el tiempo detrás de quimeras, que lo tuyo es volar! ¡Tú eres un pájaro y perteneces al aire!

Desde la orilla del río imitaba las evoluciones de los peces tratando de aprenderlas, sus giros, sus maneras, corregía sus movimientos y distendía su pico como veía hacer a los peces con su boca.

Pasó el tiempo y, no obstante las recomendaciones de los otros pájaros que insistían en que él era un ave y su destino era el cielo, seguía empeñado en su absurda fantasía de convertirse en pez y aprender a nadar.

La primera vez que se lanzó a la corriente a punto estuvo de morir ahogado e igual suerte corrió en sus demás intentos.

De la experiencia de sus fracasos, sin embargo, fue extrayendo consecuencias y llegando a felices conclusiones. Así aprendió a plegar sus alas y adherirlas al cuerpo hasta transformarlas en aletas. Más tarde aprendió a estirar el cuello y su cuerpo hacia delante, manteniendo rígidas sus patas, paralelas a su cola, y a valerse de ésta para convertirla en un timón que le permitiera modificar el rumbo. Después supo almacenar en su buche aire con que ayudar a sus pulmones y sumergirse todo el tiempo que quisiera, y también aprendió a mudar sus plumas en escamas… hasta que confundido con los demás peces, aquel que fuera pájaro, ya transformado en pez, iba y venía por el río boqueando su felicidad ante el asombro general.

Un día en que se divertía nadando entre las algas del fondo del río, un pez se le acercó y le reveló su sueño: quería ser pájaro.

Entonces, muy contrariado, interrumpió su juego y le contestó:

-¡No pierdas el tiempo detrás de quimeras, que lo tuyo es nadar! ¡Tú eres un pez y perteneces al agua!

El Nacional

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