Recientemente leí que la Comisión de Mercado de Telecomunicaciones, el órgano regulador de las telecomunicaciones en España, decidió que la primera empresa que instale fibra óptica en los edificios está obligada a alquilar a otros proveedores para asegurar mayor competencia. Cinco años atrás, ya República Dominicana había adoptado una regulación similar, en julio de 2004.
Los antecedentes se produjeron en el 2001 y en el 2003, cuando, mediante resolución del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones, se obligó a la empresa que había suscrito un “contrato de exclusividad” con la administradora del Centro Comercial Acropólis, uno de los principales centros comerciales de la ciudad, a que compartiera sus facilidades con los otros proveedores de servicios para que los inquilinos o propietarios del centro tuvieran opción de elegir el mejor servicio. Igual sucedió con uno de los parques industriales de Zonas Francas de Santiago.
Luego del proceso de consulta pública, establecido por la Ley General de Telecomunicaciones, mediante Resolución 151-04, del 30 de julio del 2004, se aprobó el Reglamento sobre la Instalación y Uso de Infraestructuras Comunes de Telecomunicaciones en Inmuebles de Copropiedad, que, entre otros aspectos, ratificó la eliminación de la exclusividad en el uso de los servicios de telecomunicaciones en edificios, plazas y lugares de copropiedad.
A raíz del Reglamento, ese concepto de “exclusividad” no contemplado en ninguna ley, y resultado de la práctica monopólica, fue desapareciendo de los contratos de los centros comerciales y parques industriales, y de los edificios y condominios, aunque no se esté aplicando a cabalidad.
¿Cuál es la situación? Que el desarrollo debe continuar. Tenemos la interconexión tradicional de redes, muy buena y positiva. A través de ella, los móviles y los teléfonos están interconectados entre las compañías que operan en el país. De la interconexión 1.0 debemos pasar a la interconexión 2.0, que es en el Internet.
Nada más tenemos que ver el entorno que nos rodea. La cantidad de cables de fibra óptica que constantemente se instala, casi a diario, en casas, edificios, calles, oficinas. Ver los postes de luz es como ver una telaraña gigante. A veces, vemos una zanja en la calle, y creemos que es de la agencia o del servicio de agua potable, pero es de una empresa telefónica. En otras palabras, cada empresa de telecomunicaciones ha instalado su red de fibra óptica. Y el primero que llega, no quiere que su red sea compartida por otros proveedores. Todo esto influye en el precio del servicio de Internet.
Con el alto crecimiento urbano, sería oportuno divulgar más esta innovadora reglamentación, lo que redundará en más competencia. Las empresas se concentrarán en ofrecer mejor servicio a mejor precio. Además, se limpiará nuestro entorno. Un cable de fibra óptica para uso de las telefónicas, de telecable y de Internet, sin exclusividad, haciendo un pago por su uso, como en otros países.
El país tiene excelente marco de regulación. Es momento para dar el salto a la interconexión 2.0. El consumidor, usuario final, estará agradecido.
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