Opinión

De salud y otras cosas

De salud y otras cosas

Bryan tiene 9 años y ha sido suspendido por una semana del colegio pues le encontraron en la mochila una revista pornográfica.

Vive con su madre soltera y su padre se ha desentendido de él alegando que es “un muchacho malcriado”.

Es un chico que por cualquier cosita se encoleriza y hace pataletas.

A menudo discute con los adultos, entre ellos sus abuelos y sus tíos.

No tiene hermanos y ahuyenta a los pretendientes de su madre con insultos y malas palabras.

La vecina se ha quejado acusando a Bryan de que la fisga o acecha por la ventana cuando ella esta tomando el baño.

Tiene la habilidad no solo de mentir, sino de acusar a otros de sus posibles faltas, así lo hizo cuando el vecino del frente elevó la queja de los maltratos que este niño le infería a su perrito chihuahua.

La psicóloga del colegio dice que él es resentido y vengativo con sus compañeritos y que a pesar de poseer una inteligencia superior no cumple con la debida formalidad las tareas asignadas.

El año pasado fue acusado de “brillar” en el colegio, que quiere decir, que se escapaba, supuestamente para el malecón

durante el recreo y regresaba a la hora de la salida.

Está inmune a los castigos físicos, a la suspensión de permisos y las premiaciones lo estimulan poco.

Los psiquiatras de niños conocen este cuadro con el nombre de Trastorno Negativista Desafiante y de no ser intervenido con energía y una profunda psicoterapia, estaríamos en la antesala de un trastorno de la personalidad llamado disocial, que en el lenguaje popular lo califican como psicópatas.

Cuando este caso llegue a la consulta, si es que se deciden por la búsqueda de ayuda profesional, hay que profundizar en las posibles causas del comportamiento.

¿Tiene este niño un déficit de atención y al mismo tiempo es hiperactivo?

¿Está atravesando por una depresión cíclica por la ausencia de la figura paterna?

¿Hay complicidad en el modelo de crianza de una madre y padre al mismo tiempo ( llamadas  mapa), que se está manejando con culpa y complicidad aduciendo: “yo no puedo con él”?

Lo esperanzador es que en esas edades ocurren cambios favorables en estos jovencitos cuando son bien guiados por la escuela, la familia y algunos rincones solidarios de la sociedad.

He querido alertar a los padres para que mediten. No solo es que son traviesos y cabeza dura, sino que pueden estar enfermos.

El Nacional

La Voz de Todos