Culto a lo sencillo –
Escribir sobre política en este mar tormentoso en donde navega el país, es arriesgarse al absurdo.
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Mientras el empleado de la estación de gasolina (bombero) dispensaba el combustible a mi vehículo, se enfrascó en una discusión con otro empleado, sobre quién era mejor intérprete de Mozart La Para o Vaqueró.
Yo intervine para explicarle que Manuel (expareja de la Dominican Idols) como le conocimos en mi barrio de San Pedro de Macorís, era un expositor de la música urbana con tales características en sus letras…
Se acercó un tercer empleado y me preguntó en vos alta: ¿ Pero usted no es el doctor Mella?
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En estos días lluviosos estoy indagando las razones por qué la gente prefiere un caldo en el menú familiar.
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Los pedigüeños de la calle han variado sus métodos seductores para pedir.
El saludo: comando, licenciado, doctor etc.
El lugar: una reunión política, una marcha, la funeraria, el semáforo y en cualquier lugar.
La carnada: déme un pasaje, mire esta receta, compléteme lo de la comida, etc.
Biotipo: en un carro con o sin minusvalía; niño en los brazos generalmente haitiano; ciegos con un acompañante etc.
Qué hacer?
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Deambulantes de la calle:
Todos los sábados camino una o dos cuadras de la zona colonial con destino a la Librería La Trinitaria en donde tertulio con un grupo de intelectuales y tomo el cafecito de doña Virtudes.
Ella tiene un sistema de limosnas ambulatorias que se ha hecho una costumbre para damnificados de la economía.
Pero los llamados “orates o locos de la calle, ¿por qué eligen esa zona?”:
Es el espacio físico del país con más restaurantes por metro cuadrado, lo que quiere decir que los desperdicios alimentarios, la sobra de zafacón o el bigote están disponibles para un parroquiano que no le importa el qué dirán.
Es el área con más templos religiosos, en los que el paciente se guarece de la lluvia y a veces pernocta en las aceras.
El feligrés por naturaleza es dadivoso con el desvalido y “le tira papeletas de a 100”.
Otra cosa: es improbable que en el ámbito de las iglesias un enfermo mental reciba burlas o agresiones.
Y la tercera hipótesis es que el tipo de ser humano que transita entre El Conde y el malecón es o artista, o turista, habitante histórico del sector o sencillamente un ciudadano civilizado.
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¿Tú te recuerdas de mí?
Es una pregunta que con frecuencia nos hacen en reuniones sociales o en el marco de un encuentro en la calle.
Dependiendo de la respuesta tu interlocutor se sentirá tomado en cuenta o despreciado.
Confieso que de los miles de pacientes que he visto durante más de 30 años de ejercicio y por razones de desgaste de la memoria visual a veces es tremendo chasco el que uno se encuentra.
¿Cómo salir debajo de la patana?
“Dame un chance para prender la computadora”.
“Recuérdame tu apellido y tu pueblo de origen”.
“Pero hacía tanto que no te veía”,
“ Dime cómo está la familia”…
Son formas de ganar tiempo a ver si el que te interpela te da una pista más cercana.
Mentir es peligroso y a veces debemos decir:
“Dame una ayudita que este alzheimer me está atacando”…