Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

¿Qué es un funcionario?.-

Corría el año 2000 y caminaba yo por los pasillos del Palacio Nacional con el Sr. Presidente don Hipólito Mejia, del cual solo guardo gratos recuerdos, y me dijo con sus características improntas “César, te has dado cuenta como la gente cambia de cuadre (forma de caminar) cuando le doy un decreto y lo juramento?

El mejor aporte a la psicología popular de este tema lo ha hecho don Mario Emilio Perez, el de doña Ive, en su ensayo: “El funcionario”.
Es la situación en que se encuentra un ciudadano que por la movilidad social que genera la mediación política y la carpintería partidaria “cae en un puesto”.

No me voy a referir a los miles de ejecutivos de carrera con currículo acumulado por méritos y sólidas biografías que engalanan al estado con aceptar cargos, sino a los “saltos de garrocha” que producto de coyunturas llegan a posiciones que muchas veces desbordan sus competencias y confunden la ciencia y la técnica con habilidades adquiridas al fragor de la plomería del empujón saltarín de otros.

Veamos algunas cosas que estoy observando y estudiando para hacer un artículo más completo después que juramenten a mi sustituto en esta gimnasia de la simulación y la pantomima.
Ah, por cierto “el eternizarse en los puestos” es una tendencia histórica en la psicología del poder.

“Ese no dura más que una cucaracha en un gallinero”, es un presagio popular con la que la gente vaticina la vida media de un funcionario recién nombrado.

Este aturdido ser humano cambia los códigos de vestimenta pues de lo contrario los espectadores desde las graderías afirman con voz en cuello: “El licenciado tiene ese mismo saquito hace dos semanas”.

El vehículo, la yipeta, el asistente, la seguridad (un militar en busca de ascenso y/o retiro) y el chofer de confianza, son parte del séquito y en el vecindario, en donde vive el funcionario, la gente afirma: “Con quien yo estoy pegao es con el asistente del ministro”.

La recepción de currículo vitae (hoja de vida), los papelitos, las cartas de solicitudes y recomendaciones son masivas y difíciles de complacer.

“Doctor, ¿usted no se recuerda de mi”? “Haga memoria”… ”Yo soy de su barrio en San Pedro de Macoris”… ” Es más le voy a dar un dato: recuérdese el día en que Joaquin Andújar le dio un ‘debol’ (pelotazo) en el play de la bajadita”…

Abrumado le di una tarjeta de presentación y me dijo: “Esas tarjeticas si no están firmadas por detrás no valen….. déme el teléfono que usted levanta y dígale a los guardias que yo soy serie 23”…

Ya montándome en el vehículo mi amigo tomándome por el brazo me dijo: “César ve pensando que lo mío no es de empleo, yo lo que quiero es mi casita”…
Estos trazos de mi vida real reciente pueden recrearse en lo que para mí es el cuento más emblemático en la antropología de la movilidad social: “Ahora que vuelvo Tom” de René del Risco Bermúdez.

Después de darle “su pasaje” a este coterráneo pensé: ¿Ha valido la pena”? Creo que sí, pues mi vieja militancia en las Estrellas Orientales me indica que “aunque no se gane el campeonato, siempre somos finalistas”.

El Nacional

La Voz de Todos