Varios países de América latina han cerrado sus puertas a la inmigración haitiana e iniciado un proceso de deportación masiva, llevando a los ilegales directamente a Puerto Príncipe, la capital de la vecina nación. La acción se enmarca dentro de una política de sellar sus fronteras. Contrario aquí que tenemos cielo abierto para la entrada de extranjeros sin visa o autorización para viajar.

Las expulsiones se registran en Guyana Francesa, Surinam, Bahamas, Panamá, México y los Estados Unidos, cuyo gobierno revocó los permisos temporales que concedió a miles de haitianos, a raíz de los desastres naturales que sacudieron a Haití. Se reporta que centenares de sus nacionales se encuentran varados en la frontera que separa a los mexicanos y estadounidenses.

Otros países de la región rechazan recibir a indocumentados haitianos, quienes no tienen otro camino de seguir penetrando de día y de noche a nuestro suelo ante la indiferencia del gobierno, que parece tener una política proteccionista con la inmigración ilegal haitiana.

Los gobiernos de las islas que integran al CARICOM, que en el pasado arremetieron contra la República Dominicana, acusándonos de xenofóbicos y racistas, cuando se implementó un plan para el inicio de las deportaciones de los haitianos ilegales, hoy los repudian y no pierden tiempo en regresarlos a su país, una vez son detenidos, intentando entrar en embarcaciones frágiles.

La mayoría de los dominicanos se preguntan por qué el gobierno no imita a los países del área y nos libera del peligro haitiano .La sentencia del Tribunal Constitucional que define quiénes son dominicanos ha caído en el vacío por la falta de su ejecución, olvidando, que las decisiones del alto tribunal son vinculantes a todos los poderes del Estado.

Al parecer, vamos tener que seguir soportando que los haitianos sigan arrasando con nuestros bosques y terminen con alrededor de 1,300 especies endémicas que están bajo amenaza de desaparecer.

La Universidad de Maryland, Estados Unidos, realizó un estudio que muestra una pérdida de nuestra cobertura boscosa equivalente a 1,536 kilómetros cuadrados entre los años 2000 y 2014. Se trata de un estudio científico jamás realizado.

Los técnicos criollos están alarmados por el dato, pues los bosques promueven el funcionamiento óptimo de los sistemas acuáticos, y por consiguiente la regulación de sus flujos, el control de la erosión, la prevención de las inundaciones catastróficas, la moderación del clima y la fijación de carbono.