Deportes

Deportes Profundo

Deportes Profundo

La proeza de Miñín Soto
Cuando se cargan a cuestas 88 años de edad, el palo que generalmente se aprieta en las manos es el de la caña del bastón y no uno para conectar pelotas de golf. Y la madera que deleita es la de la barrica que añeja los buenos vinos de centenares de pesos y no aquella con la que se envía
la bola a centenares
de yardas.
Arnulfo -Mañín- Soto pertenece a la estirpe de los seres excepcionales que se han burlado del concepto de la tercera edad y ya ruedan en la cuarta o la quinta como si estuviera dotado con la caja de velocidades de un bólido
de Fórmula Uno.
Una reciente proeza de Miñín, el apodo que trajo desde La Romana siendo un beisbolista
de ágiles manos y piernas en los años embrionarios de los 50, retrata con fidelidad su pasmosa durabilidad y destreza física.
A una edad en la que los escasos golfistas activos reportan scores brutos en los tres guarismos,
el polivalente Soto -crítico de arte, melómano, publicista y atildado
locutor- ha establecido el que extraoficialmente califica como el récord dominicano de total más bajo para una ronda
de 18 hoyos en relación con sus años.
El martes 16 de mayo en el campo del Santo Domingo Country Club, donde habitualmente busca inspiración
y ejercicios para seguir viviendo a plenitud,
Soto completó el trayecto del hermoso trazado con 72 golpes -16 por debajo de su edad.
Una investigación en el Libro Guinness acerca del deporte de Palmer, Nicklaus y Woods revela que nuestro protagonista estuvo en un tris de empatar la marca mundial de 17 palos menos que la edad, fijada por el estadounidense James D. Morton el 21 de abril de 2001
e igualada el 20 de noviembre de 2007 por el neozelandés Keith Plowman, ambos con scores de 72 a los 89 años.
Miñín es de los pocos sobrevivientes de nuestro béisbol de verano –Miguel Ángel Vargas es otro- al actuar brevemente en el cuadro de los Leones del Escogido en la temporada de 1954 tras jugar en varias Series Mundiales de Aficionados defendiendo los colores nacionales.
En esa época lo conocía de nombre por las transmisiones radiales de Félix Acosta Núñez, hasta que finalmente lo encontré difundiendo a Cole Porter y otros grandes compositores musicales en su exquisito programa meridiano “Cita con las Grandes Estrellas de la Canción” en Radio Universal, a la caída de la dictadura.
Las cosas que más se disfrutan de Soto son su conversación amena, su rico anecdotario, su juvenil espíritu burlón, la capacidad para agradar a quienes lo rodean y un incuestionable talento que emplea para cambiar de un tema a otro con un repertorio que recuerda a Marichal.
Está claro que Soto no nació para semilla, pero de lo que estoy seguro es que en muchos terrenos él merece ser sembrado como uno de los grandes.

El Nacional

La Voz de Todos