Opinión

Desafío de la paciencia

Desafío de  la paciencia

El procurador general de la República, cuya designación no dejó de causar extrañeza por su juventud y falta de experiencia para un cargo tan conflictivo, tal parece que con el caso Odebrecht se ha permitido poner a prueba la capacidad de la población. Son tan baladíes, que rayan en lo burlesco los argumentos a que ha apelado para justificar la demora en la difusión de los nombrados en las comisiones que dijo haber pagado el consorcio para la adjudicación de obras. No es ni más ni menos lo que se desprende de la afirmación de que los citados no se pueden divulgar porque se trabaja en la traducción del portugués al español.

Lo suyo ha sido entretener y excitar el morbo. Garantiza que los expedientes se darán a conocer, pero no acaba de hacerlo. Con la actitud, Rodríguez ha sido el primero en renegar del acuerdo de homologación con la compañía brasileña, en que tanto insistió.

El primer punto del consigna la identificación de los funcionarios sobornados, además de toda la información que conduzca a determinar coautores y cómplices. En tanto se ubican las obras asignadas en función de los sobornos y se comprueba el sistema utilizado, la Procuraduría no tiene por qué negar a la población los detalles que proporcionaron las autoridades brasileñas. El silencio no ha hecho más que disparar las conjeturas, dando rienda suelta a versiones interesadas.
Es verdad que más que nombres lo importante es la justicia, pero el procurador no puede pensar por la población ni ponerse de espalda a la corriente que se propaga por la región sobre el caso Odebrecht.

En Perú, Panamá y Colombia, sin firmar acuerdos de homologación, salieron a relucir desde el primer momento nombres de supuestos sobornados. Y no solo hay presos, sino que se persigue a políticos de tanta jerarquía como los expresidentes Alejandro Toledo y Ricardo Martinelli. Pero en República Dominicana, uno de los países donde la compañía pagó 92 millones de dólares en sobornos el hermetismo que rodea el proceso apunta al encubrimiento de nombres sonoros o pejes gordos.

El procurador, que tampoco ha avanzado en el caso de los aviones Tucano, a pesar de afirmar que había completado el expediente con la colaboración de Estados Unidos y de Brasil, tal parece que desafía la paciencia de la población en su propósito de ganar tiempo hasta que baje la presión que caldea la atmósfera social. El problema es que en su estrategia hay una variable que él no controla: la externa.

De la misma forma que el escándalo de los sobornos estalló en el exterior, de esa misma manera puede llegar toda la información con los nombres de los sobornados por Odebrecht. Y se caería la impunidad que procura.

El Nacional

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