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¿Eléctricas o políticas?

 

Desde los tiempos de la antigua CDE las regionales de distribución eran significativamente ineficientes. Durante el breve experimento de Unión Fenosa y AES a principios de la privatización, las distribuidoras tampoco dieron pie con bola y tuvieron un ruinoso final en manos privadas.

La situación de la distribución eléctrica se ha agravado a lo largo de 12 años corridos de abundante “subsidio” estatal y creciente uso clientelista de sus activos y puestos de trabajo. Hoy las distribuidoras, las tres juntas, a pesar de su incurable quiebra financiera,- declaran gastos “operacionales” de 351.4 millones de dólares al año (16 mil 164 millones de pesos).

Sin embargo, según un estudio realizado por la firma Ingenieros y Economistas Consultores (INECON) – contratada por la Superintendencia de Electricidad -, tres empresas distribuidoras eficientes realizarían el mismo trabajo de Edenorte, Edesur y Edeeste con tan solo 121.4 millones de dólares.

De igual manera, el gasto de personal actualmente es de 93.2 millones de dólares al año y según el estudio citado dicho renglón no debería superar los 39.2 millones de dólares.

Finalmente, nuestras distribuidoras tienen 7 mil 772 empleados, mientras que tres empresas distribuidoras eficientes – según INECON – tendrían solo 1833 empleados para realizar exactamente el mismo trabajo.

Las distribuidoras dominicanas, atiborradas de “trabajadores”, solo atienden 269 clientes por empleado, mientras que las empresas eficientes serian capaces de atender 1500 clientes por empleado.

Supongamos que la firma consultora se olvido de que Dominicana no es Chile, y que la comparación debió realizarla con empresas no tan eficientes como las de su modelo; aun así, la diferencia es escandalosa.

Lo que ha sucedido es que Edenorte, Edesur y Edeeste ya no parecen empresas del mercado eléctrico, sino del mercado político dominicano. Se han convertido en parte de la plataforma clientelar que contribuye a la reproducción de la hegemonía del PLD.

Sus casi 8 mil empleos y sus cientos de millones de dólares en gastos y subcontrataciones, junto a la discrecionalidad en la oferta y corte de la “luz” las han transfigurado en un portentoso instrumento de acumulación y electoralismo.

El Nacional

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