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El efecto Sanders

 

Hillary Clinton le ganó las primarias demócratas a Bernie Sanders, pero fue una victoria pírrica, no por la cantidad de votos, sino porque en esa batalla interna sus propias aspiraciones presidenciales sufrieron heridas mortales.

El 2 de diciembre del 2010, Bernie Sanders pronunció un discurso de ocho horas en el Senado de Estados Unidos, en el cual formuló una detallada y devastadora crítica a importantes políticas públicas del gobierno de Obama y a la vigencia de un orden político económico al que acusó de ser origen y reproductor de desigualdades, pobreza e injusticias entre los ciudadanos norteamericanos.

En su discurso, Sanders señaló nombres, sectores y doctrinas responsables de la crisis.
Aquella larga exposición fue publicada luego como libro con el sugestivo título: Discurso sobre la codicia de las grandes empresas y el declive de la clase media (Editora Malpaso, 2015).

Al entrar en campaña por la nominación presidencial del Partido Demócrata, Sanders supo asociar a Hillary Clinton -su contendora- con los responsables y grandes beneficiarios del sistema denunciado, y como pura representante del establishment.

Las críticas de Sanders a la Clinton provenían, pues, desde el flanco ideológico progresista, liberal, y prendieron en extensas capas sociales norteamericanas. De manera que cuando Hillary llegó a la campaña presidencial contra Donald Trump su figura había sufrido fuertes rasgaduras. Es decir, Hillary llegó a la campaña convertida en una especie de lame duck o pato cojo, como dicen en Estados Unidos.

Pero la victoria de Trump no se debió -ni de cerca- solo a esa contingencia de Hillary, sería mucho simplismo considerarlo así.
Tanto la pujanza electoral de Trump como la de Sanders tuvieron como origen un creciente desencuentro entre las aspiraciones y necesidades de la sociedad norteamericana frente a las prioridades y prácticas de un sistema político-financiero que ofrece ya muy pocas ilusiones.

Si la ola Trump llevase hasta el poder a nuevos gobernantes populistas de derecha en algunas grandes naciones europeas (Francia, Italia, Gran Bretana), podríamos presenciar ( ¡y sufrir !) un proyecto de escala mundial parecido al eje neoliberal Reagan-Tatcher en los 80s.

El Nacional

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