Opinión

DETALLES

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El pasado no existe, y el futuro tampoco. Solo tenemos el presente y en él, gracias a nuestra memoria e imaginación prodigiosas viajamos hacia atrás como la máquina de H.G.Wells y creemos poder huir hacia delante como los viajes hacia el futuro que pronostica un Stephen Hawking cada día penosamente más cercano a la ficción que a la ciencia real.   

El pasado está clausurado, desapareció, y de aquello que fue solo quedan rastros, cuentos y vestigios con los cuales alguien intentara reconstruir hechos e imágenes que nunca pasaran de aproximaciones incompletas.

Pero, ahí está el problema. En esas reconstrucciones. Porque no hay hechos sin interpretaciones y estas dependen del individuo y los intereses de quienes las hagan. 

 Por ejemplo, comentaristas y dirigentes del PLD mantienen una campaña sin respiro contra Hipólito Mejía, interpretando a su conveniencia hechos de su pasado gobierno. Contando el cuento a su manera, como decía La Lupe.

Decir que si gana Hipólito volveremos a ese pasado, como decía de manera aparentemente ingenua la Primera Dama en su último discurso, es creer que entonces los árabes tumbarán ahora, en el 2012, al Empire State, los americanos invadirán  otras naciones musulmanas, el petróleo repuntará y quebraran aquí tres otros bancos comerciales privados. ¡Todo junto otra vez como ocurrió en los años 2001 y 2003! 

Nunca antes, a ningún presidente dominicano, le habían atacado tan fuertemente por tantos flancos. Los peledeistas  y sus aduladores lo saben, pero prefieren huir del presente manipulando un pasado cuya repetición es imposible.

 Sobre ese tipo de gente escribió hace tiempo Elías Canetti: “Sus sermones, creen ellos, están hechos de viejas realidades; sus profecías, mucho antes de que se cumplan, están ya probadas. Además del papel les gustan también las piedras, pero estas no las comen ni las digieren. Se limitan a ordenarlas en ruinas siempre nuevas y completan lo que falta con palabras de madera.”

Y así es, con “palabras de madera” Margarita huye del presente y Vinicito mete miedo con tanta pasión que hasta él mismo está “asustao”.

El Nacional

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