Opinión

DETALLES

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En los años siguientes a la derrota y división del 2004 era común escuchar y leer entre analistas políticos la sentencia de que ya el PRD había cumplido su “papel histórico” y que su  reducción a la insignificancia política electoral era  inevitable.

Pero, en las elecciones del 2008 el PRD acumuló el 41% de los votos, en el 2010 fue el partido más votado con43% (Y no sacó ningún senador porque nuestro disparatado sistema electoral permite que un partido obtenga el 43% de votos congresuales y quede sin  representación en el Senado). Finalmente, el año pasado el PRD logro el 47% de los sufragios.

Es decir, entre el 2004 y el 2006, electoralmente hablando, el PRD “no estaba muerto, estaba de parranda”.

Me refiero al aspecto electoral, porque desde el punto de vista de su incoherencia y liviandad ideológica y de su entrega a prácticas clientelistas que han convertido a buena parte de sus seguidores en simples clientes que votan, sin mayor compromiso, desde ese punto de vista, repito, es verdad que el PRD padece una  crisis de identidad y funcionalidad política.

Ese tipo de crisis es común también al PLD y al PRSC.  En ese sentido, podría justificarse hablar de crisis del sistema de partido político en nuestro país. Pero ese tipo de enfoque poco sirve para explicar el desbarajuste actual del PRD. Por ejemplo, el PRD de Pena Gómez, popular, contestatario y socialdemócrata era también conflictivo y fragmentado, siempre al borde de la división.

 Entonces, esta no es una crisis del sistema, es específica del PRD, con la novedad de que desde afuera le han cerrado las puertas de salida.

Unas puertas lógicas para el escape deberían ser el Tribunal Electoral, la JCE o el Tribunal Constitucional, pero los tres están en manos del PLD.

Entonces, solo quedan dos salidas: la violencia autodestructiva o la concertación interna. La violencia llegará si algún iluso – el que sea- intenta una convención a su medida, y para que se produzca la concertación, en el momento oportuno algunos tendrán que renunciar a aspiraciones y posiciones importantes. ¿Ilusiones? Esperemos.

El Nacional

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