¿Debe ser aceptada, por la oposición y la sociedad independiente, una Junta Central Electoral y un Tribunal Superior Electoral integrados miembros o militantes de un partido político? ¿En que beneficia esa parcialización o desequilibrio a la sociedad y a su sistema democrático?
¿Aceptaría el PLD que cuatro (4) de los cinco (5) miembros de la nueva Junta sean militantes del PRM, el PRSC, Frente Amplio y Alianza País, respectivamente? Sabemos que no. Y sabemos también que carece de sentido sumir al país en confrontaciones e inestabilidad política por insistir en la repetición de un esquema de gestión electoral que ha fracasado estrepitosamente.
Ahora bien, algunos sectores opinan que se impondrá una “solución” de reparto, en el que la oposición se transaría por algunas posiciones en la JCE y el TSE, y ¡san se acabó!
Aunque no es imposible, es difícil que los hechos terminen así.
Las bases del PRM y de los partidos de la oposición creen firmemente que con una Junta absolutamente controlada por el PLD y el Gobierno, desaparece toda esperanza para las elecciones del 2020 y, consecuentemente, la única salida a manos es la conformación de unos órganos electorales independientes o la promoción de la lucha resuelta en el seno de la sociedad dominicana.
Aceptar la repetición de la misma JCE y el mismo TSE, o un esquema similar, sería un error letal para la oposición política y nadie espera que se suiciden.
Además, ¿tiene sentido para el presidente Medina desgastarse en una confrontación defendiendo un esquema electoral con tan amplio rechazo?
Posiblemente, algunos sectores dentro del PLD les gustaría ver a Danilo batiéndose entre el estrés económico-fiscal y el ataque sin respiro de la oposición y otros sectores.
No olvidemos que cabe siempre la posibilidad de que una oposición política con argumentos y razones, y además bien dirigida, termine convirtiéndose en una poderosa bola de nieve.
Todo dependerá de llevarle claro el mensaje a las bases del pueblo de que esta en juego hoy es la vigencia de la convivencia pacífica, las libertades y la equidad, es decir, ¡la democracia!
