El Nacional
SANTIAGO.- La Iglesia católica afirmó que el combate contra la pobreza cae en dar ayuda que envilece y lleva a políticos nacionales y locales a construir proyectos personales en base a la compra de la miseria de esas personas que dicen ayudar, y a quienes les piden luego su adhesión como si les cobraran una deuda.
Asegura que de esa forma quienes están en el poder pretenden perpetuar sus planes divorciados de los anhelos reales de los más necesitados.
El planteamiento está contenido en el editorial del semanario Camino que la Arquidiócesis de Santiago pone a circular todos los domingos en las parroquias de todo el país.
La marginación de los pobres del planeta sólo puede encontrar instrumentos válidos de emancipación en la globalización. Todo hombre se siente personalmente herido por la injusticia que hay en el mundo y por las violaciones de los derechos humanos vinculados a ellas, señala la posición de los católicos de aquí.
Indicó Camino que combatir la pobreza, construir la paz es el tema escogido por el Santo Padre Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Paz que celebramos al nacer cada enero.
En la ocasión el mensaje papal trae luz que penetra la oscuridad del túnel que trasmite la humanidad. Crisis financiera y alimentaria, combinada con guerra, y que perturban la convivencia humana. El derrumbe económico de las grandes potencias está llevando a sus habitantes a saborear las limitaciones que provocan estas nuevas circunstancias, precisa el órgano de difusión católico.
Sin embargo, en el caso de los pobres la situación toma ribetes dramáticos, y como dice el Papa: “Las condiciones en que se encuentra un gran número de personas son tales que ofenden su dignidad innata y comprometen, por consiguiente, el auténtico y armónico progreso de la comunidad mundial” y más adelante agrega: “Cuando la pobreza afecta una familia, los niños son las víctimas más vulnerables: Casi la mitad de quienes viven en pobreza absoluta son los niños”.
Frente a este panorama clama al cielo la actitud de algunos gobiernos del Tercer Mundo cuando invierten millones de dólares en armamentos, mientras tienen frente a sus rostros situaciones explosivas provocadas por el hambre y el desempleo, la falta de salud y una educación mediocre que impide transitar los caminos del progreso y el desarrollo consideró.
Hemos olvidado aquella lapidaria frase del Papa Paulo VI cuando proclamó que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz. “Los Estados están llamados a una seria reflexión sobre los motivos profundos de los conflictos, a menudo avivados por la injusticia, y a afrontarlos con una valiente autocrítica”.
