De dos a tres veces en la semana visitaba el barrio donde vivo cerca de la UASD un señor que tenía mucho que ver con la música de nuestro país.

Asiduo de buscar las mujeres que hacían trabajo domiciliario, muchas llegadas de campos lejanos, parece que el olor a ellas lo llevaba al mismo gusto que el presidente Balaguer.

A diferencia del doctor Balaguer, que semanalmente caminaba desde su residencia de la doctor Báez hasta el conocido Paragua de Guibia, donde iban a divertirse estas trabajadoras con hombres de uniformes.

A Radhamés Aracena, cuando lo conocí personalmente, me confirmó lo que aquí les cuento.

Tenía una fábrica de discos en la John F. Kennedy y en su casa, en el último piso en el ensanche Piantini, tenía un estudio de grabación al cual me llevó varias veces a oír los viejos y jóvenes talentos que grababa.

Entablamos una buena amistad con la que aprendí trucos de este negocio.

Practicamente cerré su fábrica un diciembre para fabricar en ésta y otras más los discos de Sergio Vargas cuando estaba la lambada en su apogeo.

Utilicé a Zoila Luna para filmar y entrevistar las fábricas que trabajaban “full time” por el proyecto como Fama Records, Karen Records y la fábrica de Nina.

La historia debe de nutrirse de verdades y aquiíhay algunas de la música en esa época.

Hace tiempo que Aracena pasó a mejor vida, pero muchos como yo aprendimos de esa larga experiencia.