El pasado martes dejó de respirar, y el miércoles fue sepultada. No hubo cámaras o cronistas en acción, pero la grandeza de un ser humano no se mide por la cantidad de crónicas sobre sus honras fúnebres.
Delgada y de baja estatura, Altagracia del Orbe fue una gran mujer, porque fue una militante por la igualdad.
Algunos de sus viejos compañeros dicen que nació en 1913, pero en más de un documento se cita como fecha de su nacimiento el 21 de enero de 1915, de modo que habría cumplido 96 años el pasado viernes.
Fue la esposa de Justino José del Orbe, fallecido en febrero de 1988 (fue velado en la sala principal del edificio que en ese momento era la sede principal del Partido Comunista Dominicano). Con él procreó varios hijos, entre ellos Manuel José del Orbe, quien fue expedicionario del 14 de Junio y murió en esas jornadas de lucha.
Pero doña Altagracia acumuló méritos propios.
En 1952, viajó a Cuba junto a Justino José del Orbe, donde se integró a la Federación de Mujeres Cubanas y colaboró con el clandestino Movimiento 26 de Julio.
Desde Cuba, continuó también colaborando en la lucha contra la dictadura de Trujillo.
Cuando triunfó la Revolución Cubana, se integró a los Comités de Defensa de la Revolución, CDR.
En 1962, cuando regresó al país junto a su familia, estuvo entre las fundadoras de la Federación de Mujeres Dominicanas. En 1965, tuvo participación activa en la guerra patria de abril, tras participar en la conspiración contra el Triunvirato.
Fue militante del Partido Comunista Dominicano, y se mantuvo activa en la lucha contra la explotación y la desigualdad hasta que las enfermedades y la debilidad física la obligaron a recluirse en su humilde hogar.
En lugar de ensayar una despedida, hay que pronunciar un saludo hacia una militante contra la opresión de género, contra la desigualdad social y contra la intervención imperialista… Un símbolo de la dignidad y de la firmeza…
