Opinión

Duarte como un dolor

Duarte como un dolor

Para el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, “la política no es una especulación; es la ciencia más pura  y la más digna, después de la filosofía…”. Sin embargo, para los políticos de estos tiempos la política es “el arte de lo posible”, y lo que importa es “el resultado”; la tesis de Maquiavelo, “el fin justifica los medios”. Y el único fin, al parecer, es la acumulación de riqueza personal.

Duarte lo sacrificó todo por la independencia y la soberanía de “la Patria bien amada”. Fue total su  entrega a la causa de la libertad y la justicia.

Ha debido ser el paradigma de  los dirigentes políticos del país. Pero no ha sido así. En 1983 se publicó “La Ideología Revolucionaria de Juan Pablo Duarte” del doctor Juan Isidro Jimenes Grullón donde proclama la muerte del ideario del Padre de la Patria.

“¿Queda algo en pie de ese ideario? La respuesta se halla en relación directa con las realidades político-sociales del mundo de hoy y la neo-colonia dentro de la cual vivimos… El romanticismo fue sepultado por la historia: De él solo queda el recuerdo”.

Un recuerdo que utilizan los gobiernos y quienes los sustentan para hacer política que los reafirme en el poder o para justificar el racismo contra los haitianos. Pero en la práctica, muchos de los que en su natalicio recuerdan a Duarte con espacios pagados  y ofrendas en el Altar de la Patria, niegan al patricio y sepultan  su ideario en el fondo de sus mercenarias conciencias.

No puede extrañar, pues, que el propio Duarte, quien lo dio todo,  fue declarado traidor a la patria el 24 de julio de 1844, hecho prisionero y expulsado del país el 10 de septiembre. Duarte murió en Venezuela, triste y olvidado. Como está hoy. Sólo se le recuerda cuando les resulta útil a los que desgobiernan el país, aquéllos para quienes la política no es  ciencia o arte sino instrumento para hacer negocios amparados en el poder. No hay entrega ni sacrificio, ni el interés de servir a los demás. La consigna “servir al partido para servir al pueblo” fue sustituida por la ambición y el afán de lucro.

Para muchos la política es una ciencia, porque reúne en sí misma otras disciplinas como la economía, la historia y la sociología, y es un arte, porque requiere de técnicas que permitan el manejo de las cosas del Estado en provecho de todos.

Parece que el “banco traidor y parricida” al que se refirió Duarte, no ha dejado de gobernar en la República Dominicana. Un banco cada vez más inconsecuente con su pueblo, cada vez más corrupto e inmoral.

Porque Duarte, como dice Juan Daniel Balcacer, “no sólo fue un revolucionario en todo el sentido de la palabra; sino que, además, fue un intelectual preocupado por su pueblo y un verdadero humanista”.

¿Podemos decir lo mismo de quienes dirigen hoy el país? ¿Predican con el ejemplo los que acuden cada 26 de enero al Altar de la Patria y organizan costosos actos, con un contrato millonario grado a grado entre sus manos y una exoneración en un maletín?

¿Con qué calidad moral pueden honrar la memoria de Duarte los que se aprueban un barril en el Senado de casi 500 millones de pesos anuales mientras el pueblo sufre hambre y desamparo? ¿Con qué calidad moral pueden hablar de Duarte los que gobiernan para satisfacer sus ansias desmedidas de riqueza? ¿Con que calidad moral pueden enarbolar el ideario duartiano los que entregan la soberanía  a otra potencia? ¿Cómo pueden hablar de Duarte los que han hecho del Estado un botín, los que han despojado al pueblo  de su patrimonio económico y cultural? ¿Cómo es que tienen la cachaza de hablar de Duarte los que enterraron su imagen, los que vendieron no sólo su ejemplo, sino el de otros dominicanos ilustres, entre ellos el de su ex líder, el profesor Juan Bosch?

¿Cómo -¡carajo!-  pueden hablar de Juan Pablo Duarte los que han permitido que el país se haya convertido en una lavandería de dinero sucio?

¿Cómo puede alguien ensuciarse la boca mencionando desde  una tribuna salpicada por el lodo y la podredumbre moral  al creador de nuestra nacionalidad, un hombre inmaculado, un cristo de la libertad como  fue sin dudas Juan Pablo Duarte?

No sé como pueden hablar de Duarte los que se corrompen y corrompen, los que patrocinan el transfuguísmo y la traición, los que han hecho del clientelismo y el paternalismo su base de sustentación política, los que han postrado al pueblo con migajas  del poder.

Los buenos dominicanos debemos rescatar a Duarte del olvido, convertirlo en un ser de carne y hueso, con virtudes y defectos,  y llevarlo en la conciencia como bandera de justicia y de libertad.

El Nacional

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