Opinión

Duarte, Espaillat y Bosch

Duarte, Espaillat y Bosch

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Cada uno, en su tiempo y espacio, supo forjar su personalidad, destacándose la honradez y la dignidad en todo el trayecto de sus vidas. Sus banderas éticas nunca llegaron a hacer contacto con la tierra podrida; jamás el irritante y repudiable fenómeno de la corrupción administrativa pudo vencer el temple de acero, inquebrantable, de estos célebres dominicanos.

Como consecuencia, hoy día podemos de manera orgullosa afirmar que, tanto Duarte como Espaillat y Bosch, los tres campeadores de la decencia pública, supieron mantener el compromiso político basado en una ética pública inmaculada. Ellos vivieron para servir, jamás para servirse del poder público.

Es cierto. Puesto que estamos ante la presencia de tres grandes seres humanos reconocidos, respetados y admirados, por todos los estamentos de la sociedad dominicana y más allá; cuyas luces de inteligencias se vieron adelantadas a sus tiempos. Fueron tres hombres organizados y disciplinados en su accionar.

Quienes, como filosofía de vida, decidieron practicar y sostener, bajo cualquier circunstancia, una conducta honesta, integra y de calidad; tanto dentro como fuera de sus responsabilidades como ciudadanos o servidores públicos.

El Nacional

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