Opinión

Duarte y la honestidad

Duarte y la honestidad

Juan Pablo Duarte fue forjador de ideas que debían ponerse en práctica común, pero muy pocos han cumplido la grandeza de su ideario patriótico. Duarte, ha sido incomprendido en ocasiones, pero su vocación  y heroísmo son luces refulgentes, porque fue la honestidad hecha hombre y bandera.

Los que sí quieren su memoria excelsa, en vez de callarse, deberían arrodillarse durante todo el año ante Duarte y el país. Basta leer la columna “Polibroma” de El Nacional, que expresa: “Sobre el ejemplo de honradez que dió Duarte, hay quienes prefieren no hablar… ni en el bicentenario”

La Revista Clío, edición 81, institución de la Academia Dominicana de la Historia, publica varios versos de Juan Pablo Duarte, de los cuales escribe su también su insigne hermana Rosa Duarte, en su obra” Apuntes”, calificándose de poesía romántica, el amor a la historia heroica, matizados por quejas, el dolor, melancolía, tristeza y ansias. En “Suplica”, Duarte expresaí: “Si amoroso me vieren tus ojos,/ acabarían mis penas en bien,/ pues quitaras así de mi sien,/ la corona que ciñe de abrojos /y a mi pecho volviera la calma…”

Duarte, en 1864, acompañado del joven poeta y gloria del país, Manuel Rodríguez Objío, olvidado y estandarte de su generación, escribió el himno de la restauración; cual poeta del destierro y la soledad, del cual copiamos algunas de sus diez estrofas, Cántico al Cielo y Evocación  al respeto a la soberanía nacional, marchitado por el tirano Pedro Santana con el oprobio de la nación a la España de entonces. Y dice: “por la cruz, por la patria y su gloria, denodados al campo marchemos; si nos niega el laurel la victoria, del martirio la palma alcancemos….

La verdadera historia de la nación Dominicana hay que escribirla, y llevarla a las aulas y al pueblo, dimensionando a Duarte, Sánchez,  Mella y otros paladines de la dignidad, el valor, el civismo y el honor.

Todavía no se ha hecho con justicia, equidad, e imparcialidad. Duarte, en “Canto de guerra”,  estrofas exclama: “Quisqueyanos sonó ya la hora,/ de vengar tantos siglos de ultraje,/ y el que a Dios y a la Patria desdora,/ que en oprobio y baldón se amortaje.// No más cruz que la cruz quisqueyana/ que da honor y placer al llevarla,/ pero el vil que prefiera la hispana, /que se vaya al sepulcro ostentarla”.

En esta evocación duartiana, hay que recordar que sobre Pedro Santana, expesa: “Ingrato, Hincha tu suelo, /que producir no ha sabido,/ sino un truncador fomentado./ Que hará de suerte fatal tu prado/ que presentas verdugo tan inhumano,/ que por siniestra mano,/ sembrado te veas de sal”. Juan Pablo Duarte, es un inmortal del decoro y la honestidad.  

La avenida Duarte es un ultraje a su epopeya; la casa presidencial debería ser designada Palacio Nacional La Trinitaria.

 

El Nacional

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