Opinión

Duarte y la independencia

Duarte y la independencia

Oquendo Medina

No cabe duda, desde su nacimiento La Trinitaria se convirtió en el vehículo responsable de cargar toda la dinamita que se requería para explotar y encender la sabana libertaria. Y, efectivamente, así sucedió. Puesto que 5 años y 8 meses después los dominicanos recibirían, por primera vez, los aires de pura libertad que vertiginosamente se acercaban.

De hecho, el juramento trinitario decía: “En nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: Juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro Presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, mi vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una república libre e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesados con una cruz blanca.

Mientras tanto seremos reconocidos los trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo, si tal hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo”.

Definitivamente que, a partir de la conformación de La Trinitaria, sin menospreciar a La Dramática (1839, grupo teatral de evidente agitación política) y a La Filantrópica (1840, supuestamente creada para obra de beneficencia, pero con un evidente trasfondo político) comenzó a escenificarse en nuestro suelo la lucha entre liberales y conservadores.

Sería una lucha sin tregua, la cual se prolongaría, como al efecto se prolongó, hasta más allá del siglo XIX.

En otras palabras, se había iniciado una guerra chiquita que, con el correr del tiempo, terminaría convirtiéndose en una feroz cacería por parte de los conservadores en contra de los liberales; cacería que no terminaría hasta ver desterrado y, a la vez humillado, al egregio Juan Pablo Duarte.

Como más adelante podrá confirmarlo el lector por sí mismo; todo llegaría a su punto más crítico o culminante inmediatamente después del nacimiento de la República.

El Nacional

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