Opinión

EDITORIAL: Sentencia aleccionadora

EDITORIAL: Sentencia aleccionadora

El Tribunal Superior Electoral (TSE) ha hecho una gran contribución a la consolidación de la democracia, al estatuir mediante sentencia que son los militantes de un partido político los que deben elegir sus candidatos durante una convención interna con su propia lista o padrón electoral.
Para prohibir la doble militancia, el TSE estatuyó que lo legal, lógico y democrático es que los delegados que deberían nominar a los candidatos de los partidos en sus convenciones sean personas que pertenezcan únicamente a dicho partido.
Aceptar que personas no pertenecientes al padrón o listado de militantes escojan los candidatos de esa organización, desnaturaliza los fines y propósitos por los que fueron instituidos los partidos, tal y como considera el Tribunal Superior Electoral.
La doble o múltiple militancia y el transfuguismo carcomen la médula de la partidocracia dominicana, convertida desde hace tiempo en cantera de clientelismo o refugio de gente enferma de oportunismo.
Aunque el TSE reconoce que los candidatos de los partidos deben ser escogidos en convenciones democráticas por propios militantes, el otro gran problema lo representa la vulnerabilidad del padrón de afiliados que dicen tener esas organizaciones.
Esas listas de militantes han sido adulteradas o afectadas por inscripciones o desafiliaciones hechas o programadas a conveniencia o en detrimento de algún sector del propio partido, por lo que su contenido no refleja la realidad de su membrecía.
El padrón de un partido mayoritario o minoritario se infla o desinfla según el interés del grupo dominante, por lo que la escogencia de candidatos generalmente está viciada por fraude inducido a través de la adulteración del listado de miembros.
Los partidos no son ni deberían ser carpas circenses, sino instituciones de derecho público, cuya misión es impulsar y sostener un régimen de convivencia democrática basado en derecho e igualdad, lo cual es incompatible con la doble militancia y el transfuguismo.

El Nacional

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