La santa misa de la Democracia
Lo mejor sería no satanizar la discusión. Evitar el chantaje fácil, el maniqueísmo de misterios. Al fin, es de vida que estamos hablando. O sea de mujer, semilla, fruto, flor, camino.
Tampoco a mí, complace un derecho absoluto al aborto. No estoy de acuerdo. Pero hay matices, urgencias médicas, circunstancias. Entonces, como enseñó alguien: hablemos sin descalificar. El tema es demasiado trascendental para solucionarlo con una misa, tres echadas de vaina a buenos legisladores y una hostia al final, si lo permiten.
Aquí lo que manda El Vaticano va a misa, pero quien no quiere ir a misa es el Vaticano, y hablo de la gran misa popular que es la Democracia y sus discusiones. (Democracia como la que hubiera instaurado Bosch si los sermones vaticanos de don Láutico, en 1963, no hubieran convencido a unos militares ciegos, cierta burguesía sin conciencia de patria y a tres traidores por oficio, que don Juan era comunista porque quería servir, dar pan y palabra a los pobres como Jesús.) No olvidemos, que el sentido absoluto de la verdad sólo ha servido en la historia para parir totalitarismos de izquierda o derecha, desde Stalin a Trujillo, Hitler o Mussolini, tan admirados ellos. Entonces, lo mejor sería no satanizar la discusión.
En un país con nuestras carencias educativas, éticas y familiares, el aborto no debe ser despenalizado totalmente, pero hay excepcionales circunstancias que deben ser ponderadas, como los casos de urgencia médica que ponga en peligro la vida de la embarazada, o la tragedia de una hija violada por un portador de SIDA. (Póngase un momento en esta situación, y que Dios le ampare).
No es en una misa donde se va llegar a un acuerdo nacional en torno a un tema tan delicado como sensible. Hay que ir a los datos, las estadísticas, los resultados, la lectura social, la defensa de los más pobres, según Jesús.
Se trata de dialogar, debatir sin manipular ni soltar los perros a nadie, hablo del libre flujo de las ideas, o sea, ir a misa, eso, ir a la santa misa de la democracia que somos todos, todos, como sería fantástico que TODOS fuéramos hijos de Dios.
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