Opinión

El bulevar de la vida

El bulevar de la vida

Un vividero de ladrones
El problema está perfectamente planteado, denunciado, sufrido.

Que somos un “moridero de pobres” ya lo sabíamos. Lo que no sabíamos era, que, además, nos hemos convertido en un vividero de ladrones.

La sociedad dominicana hace aguas en el tema de la corrupción, y no hay manera ni forma de detener este deterioro. La procesión va por dentro. El club de los pendejos languidece.

Acaso porque sus años en el Palacio le han enseñado la verdadera cara ética del país, (esa que en un libro que tiene mucho de Fausto Rosario Adames acaba de presentar Freddy Aguasvivas, “Todas las posibilidades”), tal vez por eso, Leonel Fernández ha terminado aceptando como buena y válida nuestra cínica y vieja frase: La corrupción es una fiesta negra cuyo único defecto es no ser invitado a ella.

Tal vez de tanto gobernar, de tanto ser testigo de las miserias humanas de muchos de sus compañeros, Fernández no puede ya creer sin presentir, como en el tango, confiar sin mal dudar, lleno ya de decepciones, o sea, del drama personal que significa conocer el alma verdadera del país, saber cuáles son los verdaderos valores que rigen esta sociedad, y vuelvo al libro de Freddy, que es un lienzo, un Guernica de Picasso sobre lo que ha sido éticamente nuestro país en los últimos 25 años, de modo tal, que aquí, una revista social es ya un “Álbum de la Corrupción” en satinado. 

El de Leonel Fernández, es el drama de un presidente que llegó al poder con Bosch en sus sueños, pero al relacionarse con los poderes verdaderos del país, los mismos de los que habla Freddy en su libro, estos le convencieron –junto a algunos de sus compañeros- de que no es con las prédicas morales del viejo sabio con quien se ganan elecciones, sino con Joaquín Balaguer y sus maquinaciones, su talento para  corromperlo todo y a todos, menos a Lucia, “sublime, cual de la luz el tímido temblor.” 

O sea, que éramos tan solo unos perros realengos, hambrientos de bienes y megadivas caras, esperando que “murieran” al Perínclito, y que los gringos nos libraran del Doctor en 1978, para ya, con ciertas libertades públicas y mucha democracia electoral, democratizar también la corrupción. Y en eso estamos. Amén.

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