Opinión

El canciller Andrés Navarro

El canciller Andrés Navarro

Tal vez el primer sorprendido fue el propio Andrés Navarro García cuando el presidente Danilo Medina decidió nombrarlo Ministro de Relaciones Exteriores, pues parecía no tener el perfil.

Confieso que tenía mis dudas –como casi todos los dominicanos- de que “el tal Navarro” pudiera hacer el trabajo requerido, que no sería poco, ni fácil, pues esa institución se había convertido en un estercolero más de los muchos que tiene el Estado.

Navarro García es arquitecto, catedrático universitario, consultor de organismos internacionales, fue secretario general del Ayuntamiento de Santo Domingo, jefe del gabinete de Obras Públicas, entre otras funciones públicas y privadas. Pero nada que ver con la diplomacia. Por eso el escepticismo.

Es cierto que la política exterior la dirige el presidente de la República. Ahora bien, el canciller debe desempeñar su función y hacerlo bien, pues el jefe de Estado no puede por su investidura, atender los asuntos cotidianos diplomáticos como viajar por todo el mundo, atender los tratados y acuerdos con las demás naciones, etc.

El canciller debe ser alguien de cierto nivel cultural e intelectual, discreto, mesurado, conocedor de lo que ocurre en los demás países, sobre todo con los que mantenemos vínculos comerciales y políticos. Andrés Navarro García parece tener esos atributos.

Sin hacer mucho ruido, lo primero que hizo fue ponerse al día con lo que pasada en la Cancillería antes de tomar determinadas medidas. En los pocos meses que lleva en el cargo ha demostrado, sin hacer mucha alharaca destituyó, lentamente, cerca de mil personas que no hacían más que cobrar. Las famosas botellas.

Va poniendo la casa en orden sin dejar de atender las cuestiones trascendentales del mundo diplomático. Sanear, fumigar y limpiar la cancillería, eliminando y profesionalizar el trabajo diplomático requiere de voluntad política y de tiempo.

Se han redactado normas y protocolos sobre la labor de embajadores, cónsules y demás personal para que cada quien tenga claro su rol y darle coherencia y sistematicidad al trabajo.

El tema de los salarios y de los pagos sin atrasos, dolor de cabeza del ministro, no está en sus manos, pero le busca una solución junto con su jefe inmediato, el presidente Danilo Medina, así como la politiquería que no puede seguir siendo un factor en esa entidad.

No es posible que por razones puramente políticas un embajador o un cónsul tripliquen y hasta quintupliquen el sueldo, en dólares, del mismo José Navarro García, que, por cierto, me dicen que es muy austero con el uso de los fondos del presupuesto nacional.

 

El Nacional

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