Editorial

El coletazo     

El coletazo     

El anuncio de despido de 900 trabajadores de Falconbridge en Bonao constituye el primer gran coletazo a República Dominicana de la crisis financiera que convulsiona al mundo y que ha motivado el cierre temporal de esa minera a causa del desplome en los precios internacionales del níquel, desde un tope de veintiuno a sólo cuatro dólares la libra.

Es esa también señal ominosa que sirve para advertir a Gobierno y fuerzas productivas que se avecinan tiempos aún más difíciles y que es necesario atar amarras para evitar que zozobre la tambaleante nave de la estabilidad económica.

A pesar del anuncio sobre despidos masivos, Falconbridge ejecuta un ambicioso programa de inversión por más de 600 millones de dólares, que incluye la conversión de  sus plantas de generación eléctrica al uso de carbón mineral y la adjudicación de nuevas tecnologías de extracción y fundición de minerales. La empresa ha prometido que preservará 740 empleados en distintas áreas.

Hay quienes opinan que quizás las autoridades y la multinacional que opera esa empresa debieron explorar posibilidades sugeridas como la de obtener recursos adicionales por venta en el mercado local de energía y derivados de petróleo que  produce y procesa en su planta y refinería.

No obstante, en el marco de la mala noticia sobre despidos masivos en Falconbridge, se resalta que los trabajadores cesanteados recibirán en prestaciones laborales unos 20 millones de dólares, cifra muy significativa, si se toma en cuenta que la nómina salarial mensual de la empresa no excede los dos millones de dólares.

Es por eso que se aconseja a los obreros y empleados desahuciados actuar con  cautela y sensatez en la administración de esos recursos, pues de su buen uso dependerá lo largo o breve  del aciago período de vacas flacas que se anuncia venir.

La Fundación Falconbridge anunció la ejecución de varios proyectos sociales con la finalidad de disminuir o amortiguar efectos de esos despidos sobre la economía de la vecindad, que incluye programas de capacitación empresarial a trabajadores despedidos para que puedan optar por emprender negocios propios con los capitales que recibirán.

Aunque se admite que el golpe causado por esos despidos tiene ribete de contundente para la provincia Monseñor Noel, es menester señalar que sus pobladores no se morirán en la víspera y que la zona posee infinitas riquezas y oportunidades de progresar que deben ser exploradas y explotadas con el mismo vigor de los  años de Falconbrige, una empresa  a la que tampoco se le ha certificado deceso.

Ojalá que el tremendo coletazo que ha significado el anuncio de despido de 900 trabajadores en Falconbridge sirva para despertar al Gobierno, sector productivo y sociedad toda en torno al hecho cierto de que en verdad el lobo de la crisis ha llegado.

El Nacional

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