Opinión

El crimen organizado

El crimen organizado

No dejan de ser  inquietantes los hechos que, en los últimos días, han costado la vida e inhabilitado a casi media docena de militares y policías.  No obstante, creemos que el crimen organizado sigue siendo para los dominicanos un tema distante, en tiempo y espacio. Hechos destacados ocurridos en Estados Unidos entre principio y mediado del siglo pasado, asociado al terror callejero, dieron una fama memorable pero poco respetable a esos años.

La secuela literaria que recogió los crudos enfrentamientos entre pandilleros y policías aportó  matices sombríos y espantosos a una etapa digna de mejor recordación. El extraordinario crecimiento urbano que irrumpió con las más atrevidas y modernas líneas arquitectónicas fue opacado por aquellos azarosos acontecimientos criminales. Delante de Al Capone y Lucky Luciano, Frank Lloyd  Le Corbusier son dos grandes desconocidos.

A lo mejor no tendremos que esperar muchos años para ver los efectos del recrudecimiento de la violencia local. Lo cierto es, sin embargo, que se trata de  un tema altamente preocupante. Ha ido creando en la población dominicana un clima de inseguridad que ya se refleja en el comportamiento social. Segrega, incuso, las clases entre la complemente aislada y resguardada y las grandes mayorías, incluyendo a policías y militares, expuestas al peligro que nos acecha  en las calles.

Existe aquí una clase poderosa que prefiere agasajar a la familia, amigos y clientes en su casa o clubes empresariales en vez de acudir a un restaurante, como lo hacia hasta finales  de la primera década de este siglo. Ha optado por construir su propio gimnasio. Contar con una sala de teatro y de cine sonaba extravagante  -y hasta petulante-  hace algunas décadas.  No pocas familias han decidido llevar el cine y las tablas a sus casas y torres de apartamentos, rompiendo así con uno de los pocos vínculos sociales que lo relacionan con esta sociedad.

Aparte de los aportes del modernismo y del exagerado crecimiento de un grupo reducido, hay que reconocer que la delincuencia ha contribuido a este aislamiento. Es un proceso iniciado hace mas de medio siglo con la separación de los núcleos sociales a partir de las oferta de salud, educación y transporte.

La inseguridad, por lo visto, es excluyente.  El blanco seleccionado –de manera fortuita o no- por los delincuentes, trae de cabeza a al resto de la población. Los militares, tan mal pagados como desprovistos, se presentan para los delincuentes  entre los grupos más vulnerables. Riesgosamente, parece que no están equivocados.

El Nacional

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