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El diálogo, la única solución para evitar la desintegración de Libia

El diálogo, la única solución para evitar la desintegración de Libia

Trípoli, 16 de Septiembre EFE .- Los enfrentamientos armados entre milicias rivales en las dos principales ciudades de Libia y las profundas desavenencias entre los dirigentes políticos y tribales han desatado los temores de que el país pueda desintegrarse y caer en manos de grupos terroristas islámicos. Analistas, políticos y diplomáticos han insistido en que el diálogo es la única solución viable para poder atajar de raíz esta compleja crisis y evitar una catástrofe mayor. “El conflicto en Libia puede ampliarse en cualquier momento, dado que hay tribus y regiones que aún no han tomado partido” en la lucha por el poder político y militar que estalló el pasado mayo, advirtió a Efe el analista libio Walid Artima.

Dos Parlamentos reivindican su legitimidad para gobernar el país- La Asamblea Legislativa surgida de las elecciones del pasado 25 de junio (Congreso de los Diputados), que mantiene su sede en Tobruk, 1.500 kilómetros al este de la capital, y el Parlamento saliente (Congreso Nacional General), asentado en Trípoli y que no reconoce a la nueva Cámara Legislativa. Asimismo, el país cuenta con dos Jefes del Estado Mayor del Ejército y con dos primeros ministros, Abdala al Zani, a quien el Congreso de los Diputados encargó formar un nuevo Ejecutivo y Omar al Hasi, que ha constituido un “gobierno de salvación nacional” por encargo del Parlamento saliente de Trípoli.

Confinado en Tobruk, el Congreso de los Diputados, que cuenta con el apoyo de la comunidad internacional, apenas mantiene el control sobre una pequeña porción del territorio. El pasado domingo anunció la destitución del gobernador del Banco Central, Al Sedik al Kabi, después de que este cortara la financiación de sus actividades.

Entre su detractores, se encuentra también el muftí de Libia, Al Sadik al Gariani, la máxima autoridad religiosa del país, que el pasado viernes mostró en una manifestación celebrada en Trípoli su apoyo al Congreso Nacional General. Para Artima, la solución a este complejo rompecabezas pasa indefectiblemente por “un diálogo político en profundidad que incluya a todos los hijos del pueblo libio, tanto a los grupos revolucionarios (milicias), como a las tribus que apoyan a (Muamar) al Gadafi”.

El representante especial del secretario general de la ONU para Libia, Bernardino León, también defendió ayer desde Nueva York, la necesidad de lograr cuanto antes una solución política para evitar que Libia se convierta en “un gran foco de inestabilidad y en un nuevo imán para grupos terroristas”.

León compareció ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tras su primera visita a Libia desde que asumió el cargo el pasado 1 de septiembre y alertó del “rápido deterioro del escenario político y de seguridad”. No obstante, matizó que a pesar de la gravedad de la situación, todavía no se ha llegado a un punto de no retorno. “Ahora mismo la situación no es esa, pero efectivamente si las cosas se dan mal, si no hay acuerdo político, si persiste la división, si persisten los enfrentamientos, el único que va a sacar partido de todo esto es Al Qaeda”, dijo en declaraciones a Efe tras la reunión del Consejo.

En este contexto, Madrid (España) acogerá mañana una conferencia ministerial sobre Libia con el objetivo de compartir las distintas iniciativas y “apoyar el liderazgo de Naciones Unidas en los esfuerzos internacionales de mediación para encontrar una solución negociada a la crisis”. La actual crisis, cuyo origen se remonta prácticamente al comienzo de la transición política en 2011, estalló el pasado febrero, cuando el Parlamento elegido en julio de 2012 decidió prolongar su mandato, que expiraba ese mismo mes. Esa decisión provocó el rechazo de parte de la clase política, así como de varias milicias armadas y mandos del Ejército que retiraron su apoyo a la Asamblea Legislativa.

Un mes después, en un clima de cada vez mayor crispación, el Parlamento destituyó al entonces primer ministro Ali Zidán, acusado de ser incapaz de frenar el galopante deterioro de la seguridad. Pero la crisis no se desbordaría hasta el 16 de mayo, cuando el general retirado Jalifa Hafter, que en febrero ya había instado a la disolución del Parlamento, se levantó en armas en la ciudad oriental de Bengasi contra la milicias islamistas establecidas en la localidad.

Estas milicias, entre ellas Ansar al Sharia, se aliaron en torno al conocido como Maylis Shura al Zuar (Consejo de los Revolucionarios), para hacer un frente común a Hafter, que se granjeó el apoyo de varios cuerpos del Ejército. Dos meses después, los combates se trasladaron a Trípoli donde milicias de la ciudad de Misrata, situada al este de la capital, y combatientes de Zintán, ubicada al suroeste de Trípoli, se enfren

El Nacional

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