5:30 am: La ciudad me sonríe, es amistosa, la percibo vivible, fresca, caminarla reconforta. 8:00 am: El nerviosismo comienza a invadir el cuerpo de la ciudad, la agresividad se hace presente, el estrés muestra sus fauces. 10:30 am: A esta hora, algunas partes de la ciudad parecen tranquilas pero es ilusión, ella sabe que es una tranquilidad pasajera y eso la torna nerviosa e insegura.
12:30: Ya la rabia se siente. La ciudad se torna violenta y agresiva, el sudor la cubre, el nerviosismo estalla en sus arterias, el ruido golpea inmisericorde y aumenta su agresividad. Los ojos de la ciudad se preñan de sangre, una baba negra, caliente y pegajosa rueda a borbotones por la comisura de sus labios, los bocinazos son mas estridentes, la rabia se torna incontenible.
2:30 pm: Un sopor invade la anatomía de la ciudad, esta exhausta, el desgano y la modorra la abaten y trata en vano de recuperar energía.
4:00 pm: Dando tumbos, la ciudad se levanta de nuevo, movida por el rugir de los motores y el estallido de los bocinazos. No bien se ha liberado de la modorra y de golpe la agresividad la penetra, lo nervios se aceleran disparando adrenalina, la ciudad se contorsiona rugiendo cual bestia herida.
5:45 pm: Está al limite de lo soportable, la ira la torna caótica, anárquica, el estrés la enrosca, parece convulsionar, brota sangre de su piel lacerada y llena de hoyos, el desorden la invade, el ruido es enloquecedor, el monóxido llena sus pulmones . su rostro enrojece, no puede respirar, casi estalla y destruye todo, el descontrol es total . una escena dantesca.
6:30 pm: El malecón, sinuoso y orondo, con sus palmeras enhiestas, señala el rojizo atardecer, mientras lágrimas de espumas blancas brotan de las rumorosas olas que cual Alfonsina, se suicidan estrellándose en los arrecifes. Pero la belleza dura poco. En breve terminará la poesía y comenzara la vulgaridad, el malecón se vestirá con corta falda raída, escondiendo su miseria. Ya no se podrán ver, entre siluetas de palmeras, los brillantes peces voladores formar hermosas coreografías marinas. En un instante fatal veremos la macabra metamorfosis del malecón de mi pasado que, transformado en decadente burdel, cubrirá de vergüenza lo que fuera hermoso recodo de belleza y poesía.
Con un dolor lacerante en el alma y los ojos inundados de lágrimas, veo la oscura silueta de mí amada ciudad alejarse, malolienta, cansada, arrastrando desperdicios y miserias, deslucida descuidada y olvidada triste mariposa del recuerdo.