Opinión

El exilio cubano

El exilio cubano

Otros temas nacionales estaban en agenda, razón por la que no había escrito sobre la insólita conducta del exilio cubano (no todos son exiliados, muchos nacieron en Estados Unidos) de celebrar en Miami y otras ciudades de La Florida la muerte de Fidel Castro, ocurrida la noche del 25 de noviembre pasado.

Ante la sorpresa del mundo por el carácter cruel e indigno de la festividad entonces apelaron a la manipulación, poniendo etiquetas y nombres diferentes a las verdaderas razones del júbilo, pero ya era tarde para la corrección de una imprudencia que no supieron ocultar. La muerte de un ser humano, indistintamente de las enemistades y adversidades generadas durante su vida, no se celebra.

La permanencia durante décadas en el poder político de los hermanos Castro, la ausencia de democracia y del derecho universal de expresión y difusión del pensamiento son razones suficientes -para solo citar esas tres- para enfrentar dentro o fuera de Cuba al régimen comunista mediante diferentes métodos, sin excluir, naturalmente, la lucha armada, vía por excelencia usada por el líder de la Revolución para alcanzar el poder.

A Fidel Castro no le regalaron el poder. Para lograrlo se jugó la vida en múltiples ocasiones y en diferentes escenarios armados y ahora sus adversarios, que nunca tuvieron el valor de combatirlo desde territorio cubano, celebran su muerte desde la distancia en un gesto de cobardía que no tiene precedentes. “Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate”, dijo Thomas Carlyle.

Pero esos miembros del denominado exilio cubano, que hace mucho tiempo que no es tal exilio, han evadido siempre el combate que demanda la circunstancia y han soñado por el derrumbe espontáneo del sistema o la intervención militar norteamericana, anhelo que se fortalece con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, hombre que podría crearle graves problemas a Estados Unidos como potencia.

El denominado exilio cubano, con la celebración de la muerte de Fidel Castro, revela un carácter mediocre y cruel. “Cruel” es precisamente el epíteto usado en contra del extinto líder. ¿Cuál es el cruel? ¿Celebró Fidel Castro en alguna ocasión, junto a los miembros de su partido, la muerte de alguno de sus adversarios? Nunca lo hizo. Y muchos cubanos le atribuyen haber sido muy humanitario. ¿A quién creer?

El Nacional

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