El Faro a Colón, obra portentosa construida por el extinto presidente Joaquín Balaguer para exaltar la figura del Descubridor, se encuentra en ruina y abandonado, a pesar de los millonarios recursos que se utilizaron en su construcción.
Erigido para conmemorar el V centenario del descubrimiento de América y encender la llama de la hispanidad, se encuentra apagado y convertido en nido de atracadores que aprovechan la oscuridad y sus matorrales para cometer fechorías. Está como diría Salomé Ureña en su obra Ruinas.
En él se encuetran los alegados restos de Cristóbal Colón y varios objetos relacionados a la colonización, que están expuestos al público.
La cruz que emana de la cúpula del monumento y que a principio era percibida como un espectáculo, desde hace varios años sólo se enciende en fechas conmemorativas: de la Independencia, Día de la Raza, de la Restauración, Navidad y en Fiesta de Reyes.
El Faro a Colón parece no tener doliente, pues solo está siendo utilizado por los políticos como fuente de empleos.
Cruzar de noche por ahí es exponerse a ser atracado: todas las lámparas están apagas y no se ve una sola patrulla policial vigilando, a pesar de que varias personas han sido atracadas en ese lugar.
Aquí no se puede hacer ejercicio ni caminar de noche, porque los ladrones nos atracan, dijo Félix Rubiera, quien se ejercita todos los días en el parque del monumento.
El trayecto que comprende desde el Faro hasta Los Tres Ojos es tenebroso en horas de la noche; no hay una sola bombilla con luz.
Las hierbas han convertido su entorno en matorrales aptos para las actividades delincuenciales y, más preocupante, sus autoridades no se ocupan de limpiar ni remozar el área, que es utilizada por miles de personas para ejercitarse.
Poco después de su inauguración, la obra se convirtió en un gran atractivo, visitada por turistas de todas partes interesados en conocer la historia de la colonización.
Aquí antes venían muchos turistas, pero ya ni eso vemos. Esto está abandonado, refirió María Peña, residente en el llamado por el pueblo como Muro de la Vergüenza, levantado en el gobierno de Balaguer para encubrir la indigencia de los residentes en la parte sur de donde está el Faro.
Aunque la obra fue inaugurada el 6 de octubre en 1992 por iniciativa del entonces presidente Balaguer para la celebración del V centenario, ya en 1852, el historiador Antonio Delmonte y Tejada había concebido en su obra “Historia de Santo Domingo”, la idea de construir un monumento en honor a Colón.
Ubicado en el sector conocido como El Pensador (entre Villa Duarte y Los Mameyes), en la parte oriental de Santo Domingo, el Faro tiene una longitud de 800 metro y constituye uno de los monumentos más importantes, ya que está impregnado de vestigios coloniales.
En la entrada principal, los colores de las banderas de todos los países simboliza la hermandad entre naciones y la unión de las diferentes razas y cultura.
Dentro del Faro se encuentran museos que albergan exhibiciones de diferentes países, cuenta con cuatro salas para exhibiciones temporales y dos de conferencias. Posee un gift shop donde es posible adquirir souvenirs alusivos al monumento.