Opinión

El grito de Pedernales

El grito de Pedernales

El pueblo de Pedernales demostró su firmeza nacionalista, cuando le dio un plazo de 24 horas a los haitianos ilegales para abandonar esa demarcación, logrando que decenas de intrusos se marcharan hacia su país, proceso que fue detenido por un contingente militar enviado allí por el presidente Danilo Medina, frustrando así lo que debió ser el inicio de la recuperación de los espacios ocupados por habitantes del vecino país.

La rebelión de los nativos del pueblo fronterizo, se inició luego de la muerte del agricultor Reyes Pérez y de su esposa NeydaFélix, cuyos cuerpos fueron cercenados por crimínales haitianos, proclives a descuartizar cadáveres, una forma de disfrutar la sangre derramada, lo cual es propio de la cultura del Vudú, que simboliza a un Dios inexistente, pues los cristianos adoran y aman a Jesucristo y le rinden reverencia en estos tiempos de cuaresma.

Ante la inexistencia de un tratado de extradición, los delitos y crímenes perpetrados por los ilegales quedan sin sanciones, dado que los que desgobiernan ese país, no envían a sus nacionales a los países que los reclaman por haber cometidos hechos punitivos. Estamos, pues, frente a una situación revestida de una gravedad que merece ser enfrentada, para resguardar la integridad física de los dominicanos.

En el año 1863, un grupo de 14 dominicanos armados, se alzó en el cerro de Capotillo, donde izaron la bandera dominicana, dando inicio a la guerra de la Restauración que duró dos años, y terminó con una victoria que restableció la independencia Nacional. El grupo de patriotas fue encabezado por Santiago Rodríguez, pero fue Gregorio Luperón, primera espada de la Restauración, quien se llenó de gloria, y a él le debemos lo que se conoce como la Segunda República.

El grito de Capotillo es el mismo grito de Pedernales, guardando la distancia, aunque no falta mucho para escuchar el redoblante de los tambores, porque tenemos un país invadido por haitianos, protegidos por fuerzas internas y externas, que persiguen fusionar la isla, acontecimiento que nos quitaría nuestra identidad y soberanía. Y esos planes siniestros no progresarán, mientras haya un pueblo dispuesto a sacrificarse, pues no somos indolentes ni serviles .y a si lo fuere, nos merecemos ser libres.

El Nacional

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