Opinión

El que tiene boca…

El que tiene boca…

Dictan el protocolo y las más elementales normas discrecionales  que lo tratado entre un superior y sus dependientes, se conoce únicamente si el primero lo revela. Se guarda así el debido respeto al jefe del Estado,  permitiéndole hablar en primera persona sobre  determinados temas. Amparado en esta premisa, también le asiste el derecho de ser cortés y amable con sus visitantes, exponiendo en la forma y tono que éstos desean escuchar.

 Para asumir posiciones sobre cuestiones propias, le sobra tiempo, espacio y voceros autorizados, privilegios que también le atañen. Así como ha estado presto a desmentir cambios que no ha hecho, podría hacerlo con el tema de la reelección, y no lo ha hecho. “El que tiene boca no manda a soplar”, aclara un refrán popular en casos como estos. 

 No es prudente poner en boca del presidente Medina el conteo de sus días, dando la impresión de que está loco por abandonar la posición por la que tuvo que soportar tantos sacrificios y humillaciones. “[…] ese día me voy para mi casa”. ¡Calma, calma! Valor no es apurar, sino ser paciente. Sólo es peculiar en los condenados contar sus días, no a quien haya triunfado. Recuenta regresiva y ansiosa  que trae de vuelta y media a quienes apuran la salida del Presidente de turno. Abejoneos y zumbidos de moscas que dejan ser inquietantes, además de molestar.

 Es posible que el tema de la reelección no sea parte de la agenda del jefe de Estado, y que resulte extemporáneo airearlo a seis meses de su mandato. Es cierto. Pero forzar su decisión haciendo uso de su gentileza, es a todas luces una insensatez, agravada tratándose de un asunto de Estado. Ni siquiera el partido en el poder se atreve a importunarlo con tales empeños. 

El Nacional

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