Opinión

El uso de las palabras

El uso de las palabras

Cuando se habla de comerse las palabras, todos entienden que ese sonido o conjunto de sonidos que representan una idea no es ningún alimento, sino que se alude a una omisión del hablante.

Sin embargo, tanto dentro como fuera de los círculos académicos suelen ocasionalmente darse discusiones en torno al uso de tal cual o expresión, llegando algunos a renunciar a su uso por resistirse a su significado. No se trata de algo nuevo, sino de un conflicto que ha acompañado la evolución tanto del español como de otras lenguas.

Sea por convencionalismo o normativa, todos los términos tienen sus razones, que no siempre se aceptan sin algún tipo de objeción. Por aquí es frecuente encontrarse de cuando en cuando con cuestionamientos a determinados neologismos que grupos acuñan como sociolectos, aunque con el tiempo adquieren carta de ciudadanía, para facilitar la comunicación y, de esa manera, enriquecer el idioma mediante el recurso de creación de nuevas palabras en virtud de la composición, derivación, parasíntesis y la acronomia.

Y surgen las protestas de por qué se tienen que usar verbos como resolutar en lugar de resolver, o se califica como error o disparate que se utilice el vocablo primero en referencia a determinado orden cuando en el mismo escenario no se usa otra expresión numérica. Ejemplo, se dice primero de mayo, pero no segundo de mayo.

Las dudas en unos casos y la intransigencia en otros son hasta comprensibles. Pero si al presidente de la Academia de la Lengua, Bruno Rosario Candelier, y a lingüistas como Carlisle González, Orlando Alba, Manuel Matos Moquete, Ivelisse Prats Ramírez, María José Rincón, Diógenes Céspedes y otros ofrecen un taller a comunicadores para explicar el porqué de los neologismos, aclarar la diferencia entre “concejo y consejo”, lo más probable es que muchos prefieran quedarse con sus dudas.

En todo caso el taller, si lo ofrecen, tendría de bueno que sería aprovechado por muchos jóvenes deseosos de aprender e incluso llamados a desempeñar un papel importante en la comunicación.

 

Todavía no se asimila el lenguaje de género, concebido para darle más inclusión a la mujer. Y es por que su uso ha encontrado mayor presencia en los escenarios políticos y en otros donde las mujeres obligan a que se respete su espacio.

Expresiones como ellos/as, diputados/as, amigos/as y muchas otras que radicales pueden interpretar como necedades resulta que en nada alteran las normas gramaticales. El buen uso de las palabras en su forma oral o escrita es otra fragancia, que se cultiva a través de la cultura. Sonoros ejemplos hay de famosos escritores y periodistas, verdaderos maestros, que nunca negaron sus limitaciones ortográficas. Sin embargo, sí sabían discernir sobre los conflictos lexicales.

El Nacional

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