El tiempo se encarga de acabar con nuestra soberbia y vanidades, poner las cosas en su lugar y demostrarnos lo pequeños e insignificantes que somos. Poder, riqueza, inteligencia, fortaleza física, creencias, belleza, simpatía y aun la misma fe construida sobre nuestras más absurdas fantasías.

Decía Samuel Smiles que la pérdida de la fortuna puede ser recuperada por una empresa, la pérdida de conocimiento por el estudio, la pérdida de la salud por el cuidado o la medicina, pero la pérdida de tiempo jamás se puede recuperar.

El tiempo es una fantasía humana, pues en el espacio sideral nosotros medimos todo conforme a nuestra capacidad de entendimiento, basada en la rotación de la Tierra sobre su eje.

Esta reflexión debe servirnos de referente para evaluar y valorar lo que hace cada uno de nosotros en esas 24 horas que tiene disponible cada día. Los dominicanos no hemos aprendido a emplear el tiempo, esa es una de las razones por la que somos una nación con la mitad de su población en estado de pobreza.

Es común ver personas en los barrios dedicando largas horas a dormir siestas en las aceras, especialmente en verano, millones de minutos a la semana hurgando la vida de otros en faceboox o mirar telenovelas. ¿Cuál hubiese sido el destino de estas personas si ese tiempo lo dedicaran a la actividad productiva o al aprendizaje de un oficio?

Esta es una costumbre dañina no sólo para las personas y su familia sino para toda la sociedad, las que se caracterizan, entre otras cosas, por estar siempre posponiendo las soluciones a sus problemas, o preocupándose por la vida de los demás.

Por ello, cuando damos atención a todas las miserias de nuestra limitada existencia, el tiempo eso inasible, pero que está ahí- se encarga de ponernos de nuevo en nuestro humilde lugar en el cosmos.

Ha escuchado la famosa expresión de que el tiempo es oro, y de momento se ha puesto a pensar lo que hace con su tiempo, o como valora el tiempo de los demás.