Opinión

El zelote de Nazaret

El zelote  de Nazaret

Esa lapidaria cita bíblica sobre el discipulado y el nuevo orden de Dios bajo el manto del Nazareno refieren su verdadera atribución revolucionaria como hombre, no como el cristo de la iglesia.
Se exuda –de manera inequívoca- su principal función en la tierra; cuestionar el orden político y social preestablecido, generando una serie de interrogantes, que, combinadas a sus manifestaciones milagrosas, desbordaron –como un huracán popular- la capacidad de respuesta de los romanos.
En la magistral obra “La Columna de Hierro” de Taylor Caldwell, hace alusión a un escrito de Marco Tulio Cicerón que esboza: “Mi maestro, mi abuelo, mi padre y mi madre me dieron consejos muy diferentes. Sin embargo, al igual que los cuatro pétalos de una rosa silvestre de agradable aroma, formaron un solo conjunto, como si fuera una bella flor.”
Al igual que Jesús el Nazareno, –como establecen sus discípulos- sus enseñanzas fueron muy distintas a las recogidas –convenientemente- por la iglesia. Se pueden dividir entre Jesús el Maestro, Jesús el hermano, Jesús el hijo y Jesús el Zelote y revolucionario. Pero en cada etapa de su vida sus predicamentos se complementan entre si –similar a los petalos de la flor silvestre que describe Marco Tulio-. Pero no fue ese pacifista de “la otra mejilla” que la iglesia ha querido revindicar. Estaba muy al tanto que solo a través de la violencia originaría los cambios que proclamaba; aun sabiendo que esa violencia sería contra sí mismo.
Imprescindible destacar que, Jesús el Zelote –muy inteligentemente- nunca aprobó que fuese presentado como mesías o profeta a diferencia de otros como Ezequías o Teudas. Todo lo contrario. Era una nacionalista judío que estaba plenamente consciente de que sus ideales patriotas le harían sufrir persecución, tortura y crucifixión. Por eso trato de encubrir su figura pública de Cristo.
El Nazareno no anunciaba un reino de Dios en el cielo, sino aquí en la Tierra. Un reino por y para los judíos. Por eso la distinción entre el Mesías judío y el Mesías de los evangelios; el primero era un libertador político que libraría de la esclavitud al pueblo Judío. De ahí que en su relato a la sirio-fenicia ordenó no entrar a ciudades paganas ni mezclarse con gentiles con su contundente frase de: “No gastar el pan en los perros.” Esto difiere bastante del Jesús Cristo amoroso e inclusivo que no coincide con la respuesta a la pregunta que le hizo ser crucificado. ¿Es usted el rey de los judíos?

El Nacional

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